Rafael Torres
El parque Presidente Trujillo, hoy Duarte, era el punto de reunión de
los romanenses en aquellos años en que todos nos conocíamos, no había el
congestionamiento de hoy, ni la prisa, ni el ruido que hoy nos incomoda tanto.
Los domingo era esperada la retreta de la Banda Municipal de Música que
empezaba puntualmente sonando los campanazos de las ocho, mientras a esa hora
cesaba el timbre del cine Colón e iniciaba la película; una sola esa noche al
precio de 35 centavos, al otro día era proyectada en doble- hit a 30 o 25
centavos.
No hay que decir que los lunes iba más público al cine. El parque era
pintoresco. Mauricio pregonando con voz dulce " Su maní con premio" y
quien resultaba agraciado se ganaba otro cucurucho de maní.
Los personajes odiosos eran los paleteros que se presentaban a las
parejas de enamorados y si la cortejada dama echaba mano a un Milky Way o un
Zero de 10 cheles, la mirada al agentao Paletero era fulminante cuando el pobre
galán disponía de una lírica peseta para el doble - hit del otro día.
La familia Bodden vendía unos helados en barquilla a 6 centavos y los
chinos antecesores de Brahim mantecados a 5.
Los bancos del parque ocupados en su mayoría y si había llovido
temprano, Wilson los secaba con un trapo antes de la llegada del público.
Inolvidables noches de domingo en aquella Romana de 20 mil almas hace 60
y tantos años.
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