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28 de septiembre de 2014

“ESE NO ES NUESTRO CHIVO”

¿Qué hay que hacer para no atormentarse con la serie?
Pedro A. Hernández Sánchez
No pretendo que el cien por ciento esté de acuerdo conmigo, pero si usted leyó la novela, lo primero que habría que comprender es que es una historia real pero novelada por el genial fabulador Mario Vargas Llosa; donde la ficción toma el control absoluto de la trama ─para no caer en el tema de la historia distorsionada─.
Por lo tanto no debe leerse como un dato histórico, sino como una entretenida y bien lograda novela, que es más conocida al ser escrita por un creador probado y conocido por “la tía Julia y el escribidor” “La guerra del fin del mundo” y otras tantas novelas y ensayos que lo catapultaron como uno de los grandes contemporáneos; trayectoria que lo encaminó al premio Nobel 2010, por lo que “La fiesta del chivo” tomó mayor brillantez.
Sería mejor desempolvar e informarse con algunos libros que usted tenga por ahí sobre la vida de Rafael Leónidas Trujillo, o con el documental “El poder del jefe”, considerada la mejor recopilación de datos históricos que podría haberse logrado sobre un dictador de los tantos que existieron en América Latina, a principios y a mediados del siglo XIX.
No quiero entrar en detalle sobre la atmósfera que se crea en la ambientación de la serie, porque me saldría del tema; pero sería bueno señalar que de las utilerías presentadas, algunas no corresponden con la época, posiblemente unas décadas más adelante. Y ni hablar de los vocablos utilizados, que suenan hasta chistosos.
De no ser por el apellido del dictador de la serie, sería muy difícil relacionar la vida del sátrapa que durante más de treinta años dominó y ultrajó la voluntad de nuestro pueblo. Pudiera ser una buena opción de los productores si hubiesen utilizado otro apelativo que no fuera “El chivo”. Así nos limitaríamos a mirarlo como un dictador, condición única en la que coincide el argumento.
La otra opción, ya por parte nuestra, sería mirarla como un simple entretenimiento o tomarla a manera de discusión con nuestros mayores, quienes podrán contar historias más veraces; pues como usted podrá darse cuenta, ¡Ese no es nuestro chivo!...

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