Por PAULA DURAN - NYTimes
Para el fotógrafo Federico Ríos, al igual que para
millones de colombianos, el conflicto armado era algo lejano.
Ríos nació en Manizales, una ciudad pequeña en medio de
las montañas cafeteras de Colombia, y admite que aún no entiende cómo a
millones de colombianos “nos pusieron una venda y nunca nos dimos cuenta de que
el conflicto estaba a la vuelta de la esquina”. Todo eso cambió cuando empezó a
caminar el país: no solo cambió su mirada sino también su vida, dice.
Con una mochila al hombro y sus cámaras colgando, Ríos ha
caminado durante días por las selvas colombianas y ha hecho lo imposible por
llegar a las esquinas más remotas del país para retratar su realidad. El nivel
deplorable de la infraestructura del país lo afectó tanto que creó un proyecto en Instagram donde retrata los obstáculos que
existen para recorrer Colombia.
En sentido literal y metafórico, Colombia es para Ríos un
país fragmentado, lleno de absurdos y trochas que no permiten que los
ciudadanos se conozcan.
Hace algunos años, con la intención de ayudar a entender
el país, empezó a retratar a las Farc en su intimidad, y sus fotos se
convirtieron en una referencia adonde mirar la complejidad de un conflicto que
suele presentarse en forma maniquea. Su trabajo permite aproximarse al rostro
humano de una guerra que muchos colombianos solo han conocido por relatos
teñidos de intereses particulares.
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