Diana Rodríguez
El servicio de
motoconcho en la República Dominicana ha trascendido más allá del transporte de
pasajeros. Hay quienes en el oficio han ganado tanta confianza de su clientela
al punto de convertirse en el mensajero personal de la familia. Darío Grullar
Mercedes es de esos motoconchistas que la responsabilidad y el esmero que ponen
en su trabajo le han hecho merecedor del respeto tanto en su pueblo natal Hato
Mayor como en Pantoja, Distrito Nacional, donde brinda sus servicios desde el
2001.
Los servicios que
ofrece “Conejo”, como le llaman sus allegados, van desde depositar dinero en
entidades bancarias hasta ir a buscar el gas de uso doméstico a la estación,
comprar medicamentos y alimentos.
Cuenta que cuando
emigró del interior hasta Santo Domingo se empleó en una ferretería, donde
laboró por tres años. Con el dinero de sus prestaciones laborales compró una
motocicleta con la cual ha mantenido a sus tres hijos.
“Cuando llegué aquí mis compañeros de parada
empezaron a decir, pero este muchacho llegó ahora y ya tiene más clientes que
nosotros, es que la fama corre y yo nunca le he quedado mal a alguien”, dice.
Actualmente, “Conejo”
tiene cuatro clientes fijos, entre ellos hay empresarios, que les asignan una
agenda diaria que debe cumplir. “Yo tengo más de 15 días que no voy a la parada
a transportar gente, porque tengo mucho trabajo”, agrega.
Para adquirir la confianza
y la consideración del cliente, este hombre recomienda cobrar lo justo por cada
servicio. “Yo he sabido cobrar 75 pesos cuando algo vale 100, solamente para
ganar a esa persona”, dice. elcaribe.com.do
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