Por MARK LANDLER y MICHAEL D. SHEAR
El presidente Barack Obama pronunció su discurso de despedida
en Chicago, el martes. Credit Doug Mills/The New York Times
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CHICAGO — El presidente estadounidense Barack Obama
pronunció un nostálgico y esperanzador discurso de despedida el martes por la
noche, pero también le advirtió de, tanto a la dividida nación que lideró
durante ocho años como a su sucesor, no rehuir los desafíos de la desigualdad
económica, las luchas raciales y la apatía de los votantes que todavía amenazan
su ideal de democracia.
Obama volvió a Chicago, la ciudad que potenció su carrera
política y su viaje a la Casa Blanca, cuando solo faltan diez días para que
Donald Trump tome posesión. En su último discurso ante la nación, Obama expresó
su creencia de que incluso las más profundas divisiones ideológicas pueden ser
superadas por una población activa y comprometida.
“Después de ocho
años como su presidente, sigo creyendo eso”, le dijo Obama a una gran multitud
reunida en McCormick Place, el vasto centro de convenciones que en 2012 fue el
escenario donde les agradeció a sus simpatizantes al ser reelegido. “Y no solo
es mi creencia. Es el corazón palpitante de nuestra idea estadounidense:
nuestro audaz experimento de autogobierno”.
Al terminar el último discurso de su notable carrera
política, Obama le agradeció a su esposa, a sus hijas, a su vicepresidente y al
ejército de partidarios que los ayudaron a convertirse en el primer
afroamericano en la Casa Blanca.
“No voy a parar;
de hecho, estaré allí con ustedes como un ciudadano más, por el resto de los
días que me quedan”, prometió Obama mientras la audiencia se levantaba. Les
pidió que creyeran, como lo hicieron durante su primera campaña. “Sí podemos.
Sí, lo hicimos. Sí podemos”.
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