Por Miguel Rone
Manuel iba arrastrando su cuerpo sobre pierna Izquierda, clap… clap… clap…, apoyándose en la derecha que estaba casi inutilizada; clap… clap… clap…, escuchando la onomatopeya del sonido que producía la misma, cada vez que su cojera daba un paso, clap… clap… clap… Clap… Clap… Clap…
Se sentía esclavo de su condición de cojo con ese sonido tan único que repercutía en su cerebro; clap… clap… clap… Clap… Clap… Clap… Manuel cabizbajo cruzaba la ciudad una y otra vez haciendo un esfuerzo sobrehumano, clap… clap… clap… Clap… Clap… Clap… llevaba dieciocho meses en ese trajín que lo consumía internamente, a lo que no se acostumbraba; clap… clap… clap… Clap… Clap… Clap…
Un problema cardiovascular decían los médicos que le atendieron esa noche que sufriera el derrame cerebral que lo postrara y le hiciera cambiar su vida y costumbres, clap… clap… clap… Clap… Clap… Clap…, todo empezó en un momento de tranquilidad extrema; escuchaba música del ayer, sin haber tomado un trago; sintió que su hablar modulado se entorpecía y se oía una voz de alguien que estuviera tomando, (estropajosa), “Una Trombosis” dijo el medico de turno en la clínica que le dieron la atención primaria, y desde entonces Manuel venia arrastrando sus doscientas libras por todas partes; clap… clap… clap… Clap… Clap… Clap…
La isquemia que le afectara su lado derecho lo hacía usar unas chancletas de cuero, por livianas y así facilitar cada paso, estas eran las que daban origen al ruidoso clap… clap… clap… Clap… Clap… Clap…, Manuel añoraba los años perdidos, sus años mozos, ya viejo y en el ocaso de su vida encuentra vigor en los recuerdos del pasado, de aquel fogoso muchacho de ideas revolucionarias que lo arriesgó todo para que no pereciera la libertad.
“Desde la década de los 60s., -decía- en conversación con uno de los pocos amigos que le quedaban, “en cada episodio de la historia, hay un pedazo en el que yo participe; fui héroe o villano, según la parte que cuente la historia”. Manuel cayó, su silencio ponía a todos hacer conjeturas, y se preguntaban: ¿Quién es este hombre? Poco conocido pues su vida se desarrollo en diversos pueblos y ciudades, un hombre errante donde vivió formó familia y hoy se ve atribulado por lo que el decía su enfermedad; clap… clap… clap… Clap… Clap… Clap…
Manuel en su trayectoria fue político de vanguardia, deportista de artes marciales, vivió como todo joven en su época romántica. Hoy estos recuerdos y añoranzas le traen nostalgia y amarguras, era la hora de volver a casa, donde en un tiempo era rey y señor y hoy se creía menos que nada, siguió caminando mientras en cada paso que daba una lagrima afloraba de disgusto al oír el compas de aquel; clap… clap… clap… Clap… Clap… Clap...
Era día de Noche Buena, 24 de diciembre, víspera de la festividad del nacimiento del Mesías, debías regresar a casa aun en contra de su voluntad, se esperaba la llegada de visita de su hija la mayor que llegaría a cenar en familia con una de sus hijas. No esperaba verla al a llegar, ya que la distancia de ciudad a ciudad era demasiado larga; unos trescientos kilómetros de distancia. Manuel en su forzado camino hacia su casa le molesta que su clap… clap… clap…, lo identificara aun lejos; clap… clap… clap… Clap… Clap… Clap…
- Adiós don Manuel. Gritaba un vecino desde dentro su casa sin abrir la persiana para ver quien pasaba.
- Feliz Navidad. Contestaba mordiendo su ira para si, ya que era imposible dejar atrás su clap… clap… clap… Clap… Clap… Clap…
Lo que mas le mortificaba y lo llenaba de remordimiento, era que sus hijos y los amigos de estos conocían cuando el se acercaba, guardaban silencio o cambiaban de conversación cuando se oía el; clap… clap… clap… Su mujer dejaba la conversación con cualquier amiga o vecina, si oía, que se acercaba el clap… clap… clap… Clap… Clap… Clap…
Pero un dejo nostálgico lo invadió al llegar a la entrada de su casa, cuando sonaron sus acostumbrados pasos ya conocidos por todos; clap… clap… clap…Clap… Clap… Clap… no ocurrió nada de lo que el esperaba, no, transcurrió de una manera normal, tan normal le pareció; “cuidado si se ha muerto alguien”.
Al subir a la galería y sonaron sus pasos; clap… clap… clap… Clap… Clap… Clap… y una niña al oír los pasos corrió y cruzo el pasillo como un bólido… con su carita llena de alegría, salto a los brazos del viejo gritando: “Llegó papá… Feliz Navidad”, y por primera vez Don Manuel sintió que la felicidad lo invadía, se sentó en el suelo abrazando su nieta llena de risas infantiles demostrando con ello lo contenta y feliz que estaba y con lagrimas en los ojos el viejo Manuel recordaba el bien que le había hecho su clap… clap… clap… Clap… Clap… Clap…
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