Nos importa el lenguaje de
nuestros políticos. La ropa es parte de ese lenguaje. En consecuencia, nos
importa la ropa de nuestros políticos. Hasta aquí, la lógica. A partir de aquí,
las pasiones.
Por ANABEL VÁZQUEZ
El nuevo gobierno socialista posa ante los medios,© Gtresonline |
El viernes tuvo lugar el primer
Consejo de Ministros y Ministras o el Consejo de Ministras o el Consejo de
Ministros (¿qué hay que decir?) de la era Sánchez. La foto oficial es insólita,
no solo por el número de mujeres que hay en ella sino porque todos los colores
estaban engamados. Estaban tan coordinados como los de los miembros del coro de
la boda de Harry y Meghan o los de los photocalls de Cannes. Nunca hasta ahora
existido tanta conciencia de puesta en escena. Las ministras vestían, en su
mayoría, de rojo lanzando un mensaje de socialismo y esperanza. Era una foto
corporativa con el color ídem. Ha despertado odios y amores en redes sociales,
el barómetro del presente. Qué bien que haya muchas mujeres, qué previsible que
vistan de rojo, qué mal que se hable de ellas y no de ellos, qué coordinadas,
qué austeras, por qué una vestía de gris, por qué sonreían, por qué estaban
serios… En España no hay respuestas correctas.
NOS IMPORTA LO QUE VISTA LA
MINISTRA CELÁA TANTO COMO NOS IMPORTA LO QUE VISTA BORRELL. NOS IMPORTA LA ROPA
DE TODOS PORQUE ELLOS TENDRÁN QUE GOBERNARNOS. VIGILAREMOS SUS PALABRAS Y SUS
ACTOS, Y TAMBIÉN LO QUE NOS DICE SU COMUNICACIÓN NO VERBAL PORQUE AHÍ
ENCONTRAREMOS MUCHOS MENSAJES
En el párrafo anterior hemos
escrito “Las ministras vestían de rojo” y no hemos escrito “Los ministros
vestían de azul marino”. Qué barbaridad, qué desigualdad. Que hubiera tantas
mujeres en la foto es extravagante e histórico y de lo extravagante y de lo
histórico se habla. Lo raro sería que las señoras ministras no llevaran ropa,
pero como van vestidas y su ropa es parte de su lenguaje, se habla de ello. Nos
importa lo que vista la ministra Celáa tanto como nos importa lo que vista
Borrell. Nos importa la ropa de todos porque ellos tendrán que gobernarnos.
Vigilaremos sus palabras y sus actos, y también lo que nos dice su comunicación
no verbal porque ahí encontraremos muchos mensajes. Lo que vestimos (nosotros y
los ministros y ministras) añade, refuerza o hace un guiño a lo que decimos y
hacemos. La ropa se usa para transmitir poder, clase social, género, autoridad.
Cómo no va a interesarnos.
De la pana de González a las
mechas de Chacón: el estilo socialista en 40 años.
Lo que significa el eterno traje
azul de Macron.
Ayer sábado apareció el nuevo
ministro de Cultura, Màxim Huerta, en la Feria del Libro. Vestía un traje gris
claro con camisa y calzado blanco. Saludaba y parecía contento. ¿No ven?
También hemos hablado de un ministro. Y vamos a seguir. Los trajes de Pedro
Sánchez están bien cortados, son de hombro pequeño y le quedan bien. Tiene un
mal sport, como casi todos los políticos, pero está encajado. Hemos hablado de
otro político. Y hablaremos de más, de todos los que podamos, porque nos
interesa cómo visten ellos y ellas. Su ropa forma parte de su retórica. Podemos
escribir que las perlas son un clásico en el power dressing y que Nadia Calviño
las llevaba, sin que eso arañe su trayectoria como directora general de
Presupuestos de la Comisión Europea.
Los comentarios sobre la ropa ni
erosionan la valía de los políticos ni convierten en frívolos a quien los
lanzan, a menos que sean los únicos comentarios o que se usen para atacar. La
línea roja se cruza (y se cruza con mucha soltura) cuándo se habla más de ropa
que de las palabras o los actos. Y esa línea se atraviesa, el 99% de las veces,
cuando se habla de mujeres. revistavanityfair.es
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