Por: Carlos Mejía Blanco.
Hemos encontrados un arma tratando de
fortalecer nuestras defensas , levantando argumentos en medio de los
enfrentamientos y reuniendo todos los elementos para encontrar la razón: por
eso estamos refrendado a los amigos Braulio Rodríguez, Nelson R. Calderón e
Ivan Fernández que han iniciados el diálogo de los atrevidos, por eso les pido
perdón a los que se sientan aludidos, pero se requiere la participación de
todos los iluminados, aquellos que han encontrado en la libre expresión su
panacea: es algo que discurre entre peligro y la osadía, para enfrentar la
corrupción, la avaricia, la ignorancia, y las aberraciones…
Carlos Mejía: hemos tenidos que contemplar
que en nuestra existencia que se ha “Gobernado cantando como un gallo y
poniendo como una gallina”, uno se esfuerza por entender a qué nivel esta
nuestra credibilidad y de la llamada democracia, conociendo los plagios y
varios de su elementos asesinados. Estamos más que nunca esforzándonos en
entender lo que está sucediendo con nuestra libertad, ella se ha lanzado a un
pozo profundo, y la participación como callejón sin salida. Sócrates decías:
“un ciudadano a título personal es nadie para decidir sobre la justicia o
injusticia de las leyes” entonces reflexionaba “tanto en este mundo como en el
otro, es mejor sufrir una injusticia que cometerla” a propósito de “víctimas y
victimarios”, pero el ser humano no se concibe así, prefieren el “Te hago como
me hiciste”.
Se ha perforado el albedrio como manipulación
de lo racional, los hombres de bien han sido reducidos al mismo plano de la
mugre “al ser igualados”, poniendo en dudas hasta aquellos que han entregados
sus vidas por el bien común. Llevando a los dominicanos creencia de que “la
patria es lo que se recibe” Ya convencidos de que ¡las leyes no nos obligan a
nada! a razón que no nos producen ningún beneficio, así pensaban los filósofos
como Criton que era amigo de Sócrates.
Razón por la que planteaba la
¡desobediencia civil como recurso! lo externaba conociendo esa realidad “no
tenemos para ellas ni deberes ni obligaciones” pero este acontecimiento sucedía
a raíz de la prisión de Sócrates “acusado de pervertir el pensamiento de la
juventud”, mediante su predicas, durante su suplicio se afrontaba a dos
situaciones: “al destierro o el suicidio“, estamos seguro de que en este
milenio se prefiere la primera, mientras los héroes se empecinan en llegar
hasta la última la consecuencia prefiriendo beber de la cicuta.
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