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20 de mayo de 2023

La contraofensiva de Ucrania está envuelta en confusión. Ese puede ser el plan

 Por Nick Patón Walsh


(CNN) -- Columnas de docenas de vehículos blindados M-ATV, suministrados por Estados Unidos, seguían llegando, precedidas por una patrulla de policía, con las luces encendidas, y seguidas por docenas de vehículos civiles enlodados. No estaba claro el destino final de los blindados. Pero seguían siendo de color beige –la pintura que habrían tenido para su uso en Iraq y Afganistán–, lo que sugería que les faltaba al menos un bote de spray o un baño de lodo para estar listos para su uso en el frente.

A lo largo de cinco semanas de cobertura informativa en las líneas del frente del sur, es difícil concebir que –al menos en sus limitadas fases preparatorias– la contraofensiva de Ucrania no se haya puesto en marcha a finales de abril.

El incesante bombardeo de objetivos militares rusos; los indicios de pequeños desembarcos ucranianos a lo largo de la orilla oriental ocupada del río Dnipro; y las explosiones que alcanzaron depósitos de combustible e infraestructuras dentro de las propias fronteras rusas y en ciudades ocupadas, todo ello podía considerarse un indicador.

También, un ataque con helicóptero que presenciamos contra un objetivo ruso; las persistentes señales de los oficiales ocupados sobre ataques de sondeo ucranianos a lo largo de la línea del frente de Zaporiyia; y la evacuación de la población civil en las zonas ocupadas.

Estas señales se han acelerado en el último mes y son los primeros indicios de las "operaciones de conformación" que un alto funcionario estadounidense declaró a CNN que comenzaron la semana pasada. Sin embargo, oficialmente, la contraofensiva ucraniana aún no ha comenzado.

Dado el volumen de armamento, asesoramiento y formación que Estados Unidos y la OTAN han dedicado a esta operación –un alto funcionario estadounidense declaró recientemente ante el Congreso que EE.UU. que había enseñado a Kyiv cómo "sorprender"– parece justo suponer que este retraso en declarar el inicio del asalto es una táctica, y no el producto del caos, la desorganización y un abril relativamente húmedo que ha dejado el terreno demasiado blando.

Anunciar el comienzo depende enteramente del presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky. Si declara que la operación está en marcha, el reloj marcará inmediatamente los primeros resultados. Si se dice que aún no ha comenzado, las crecientes pérdidas sufridas por Rusia se deben al desgaste normal de la línea del frente. En el último mes, los comentarios ofuscadores de Zelensky en el sentido de que los "primeros pasos importantes" de la operación se darían "pronto", o que se necesitaría "un poco más de tiempo", no han hecho sino reafirmar la promesa inicial de Kyiv de que no anunciarían su inicio.

Es posible que solo nos enteremos de que la contraofensiva comenzó cuando se revelen sus primeros resultados tangibles. Mucho de lo que está ocurriendo no se está haciendo público.

El objetivo de esta confusión es claramente mantener a Moscú fuera de balance, incapaz de evaluar si cada nuevo ataque de las fuerzas ucranianas es "eso", o simplemente otro sondeo.

Los recientes asaltos en torno a Bakhmut son una prueba de ello. El jefe del grupo mercenario ruso Wagner, Yevgeny Prigozhin, pasó 10 días en una elaborada conversación esencialmente consigo mismo en Telegram, advirtiendo del colapso del grupo Wagner sin más proyectiles de artillería de los altos mandos rusos. Prigozhin no recibió casi ninguna respuesta oficial pública a sus súplicas, y no está claro si estas alteraron los patrones de suministro del Ministerio de Defensa de Rusia.

La notable supervivencia de Prigozhin, tras este episodio de críticas públicas a los hombres del Kremlin, es una expresión tanto de necesidad como de temor: Putin quizá teme la reacción violenta que provocaría la destitución de Prigozhin, y también necesita que las fuerzas de Wagner mantengan sus posiciones. También es posible que siga necesitando a Prigozhin como complemento de un ejército poderoso. Como ocurre con tanta kremlinología, la verdad es por ahora desconocida, pero tampoco tiene tanta importancia.

Lo que sí es clave es la resultante muestra de asombrosa desunión en las filas de Putin, algo impensable en febrero de 2022. Hasta ahora, el arrebato de Prigozhin solo se ha traducido en ligeros cambios territoriales en el control en torno a la simbólica ciudad de Bakhmut.

Pero reveló de forma más significativa una diferencia fundamental en el funcionamiento de las máquinas de guerra de Rusia y Ucrania.

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