Voces y ecos
Rafael Peralta Romero
rafaelperaltr@gmail.com
Hablaron en representación de sus respectivas entidades, Rafael Féliz,
por el Ministerio de la Juventud; Porfirio Peralta, director de Promipymes;
Alicia Baroni, directora de la Biblioteca Infantil y Juvenil República
Dominicana, y quien esto escribe, en nombre de la Biblioteca Nacional. Comparto
algunas de las ideas que expuse allí.
Lo primero fue afirmar que esa actividad iba en beneficio de todos
quienes habitamos en nuestra isla. La reutilización de objetos hechos de
plásticos, cristales, metales o de otras materias no degradables, es una de las
decisiones más atinadas de la sociedad de nuestro tiempo. Es de inteligentes
sacar provecho de la basura.
El reaprovechamiento de cosas desechables ha sido práctica tradicional
de los sectores menos favorecidos, quienes, por mandato de las necesidades y
carencias, convirtieron en enseres del hogar latas, potes, corotos, cajas que sirvieron de empaques para alguna
mercancía. Ahora debemos reciclar por conciencia ambiental.
Yo me pregunto ¿qué sería de Santo Domingo y otras ciudades dominicanas
sin las brigadas de hombres que se dedican a recoger botellas de cerveza? Si no
fuera por ellos, estuviéramos verdaderamente invadidos por esas botellas cuyos
contenidos otros consumieron y las dejaron tiradas en cualquier parte.
Aprender a reciclar, sobre todo esos esos artículos hechos de materias
perennes, es una demostración de crecimiento para una sociedad. Se siente en la
economía y se expresa en la salud ambiental, por lo cual es ineludible aprender
a reusar objetos como los neumáticos y botellas, por ejemplo. Es un parámetro para
medir el desarrollo.
Nadie debe dudar de que las inundaciones que se producen en las ciudades
cuando llueve, se originan en el depósito de desperdicios pesados en las
calles, debido a que estas basuras tapan las cunetas y los desagües. El tirar
desperdicios en los ríos afecta la calidad del agua y nos impone depender de
aguas comercializadas.
Lo ocurrido en la Biblioteca es una clarinada, un toque de atención para
que frenemos la nefasta práctica de llenar de desperdicios nuestras ciudades,
nuestros ríos, nuestros arroyos
y nuestros mares. Alguna vez debemos pensar en nosotros mismos en forma
justificada. Se justifica pensar en
nosotros, en nuestros hijos y nietos. Ojalá que nos sea de provecho esta
jornada en favor del ambiente.
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