Redacción El Caribe
Buen indicador porque esa reducción del
índice de precios al consumidor (IPC) se produce mientras la tasa de política
monetaria está en pausa desde hace seis meses, a diferencia de lo que ocurre en
muchas partes del mundo, incluidos Estados Unidos y Europa, que la han
mantenido periódicamente en alza sin que impacte de manera significativa en la
inflación.
También apunta a decrecer la inflación
subyacente interanual, que se ubicó en 5.83 % en abril, cuando había registrado
7.29 % en mayo de 2022.
Si mantuviera el IPC ese comportamiento, cuya
variación en abril fue de 0.24 %, el BC proyecta que al finalizar junio próximo
podría converger al rango meta de 4 % ± 1 %, tal cual lo previsto.
Y no hay por qué dudar de que así ocurra
porque, si retomamos los elogiosos comentarios del FMI, el dinamismo económico
local guarda relación con la implementación de una efectiva política monetaria,
con un sistema financiero robusto y unos sólidos fundamentos macroeconómicos.
Incluso, con un entorno internacional
incierto y adverso en muchos sentidos, el Presupuesto General del Estado para
2023 se ha visto beneficiado con una tasa del dólar un 8.6% por debajo de lo
que fue presupuestado y el petróleo un 20% promedio también por debajo.
Uno de los activos más importantes de toda
gestión económica es la estabilidad, porque permite al Estado administrar y
planificar sin sobresaltos, y genera en la población un estado de paz social.
Que nuestras autoridades monetarias y
financieras hayan sabido mantener la inflación contenida, controlada, de por sí
solo es suficiente para expresar conformidad.
Y aunque nadie en esta coyuntura económica
mundial y con tantos nubarrones puede pecar de optimista, el reporte de abril
del Banco Central, que muestra una inflación que continúa cediendo
gradualmente, bien puede dar lugar al regocijo.
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