RAFAEL PERALTA ROMERO
rafaelperaltar@gmail.com
Han resultado desafinadas las
respuestas del Partido de la Liberación Dominicana respecto a las denuncias
atribuidas al ex capitán Quirino Ernesto Castillo, condenado por narcotráfico en
los Estados Unidos de América, quien
reveló haber aportado más de 200 millones de pesos al doctor Leonel Fernández,
líder de la organización, para su retorno al poder en 2004.
Defensas y adherencias ha
habido en gran volumen de parte de los partidarios para con el ex
presidente de la República y presidente
del partido de gobierno. El punto de concordancia en todas las opiniones está
en descalificar a Quirino Castillo porque es un delincuente. Esta vez no se
le considera “presunto narcotraficante”.
El domingo 15, Fernández
recibió en su residencia una visita del
presidente Danilo Medina, quien se hizo
acompañar de una comisión del comité político del PLD. Las fotos mostraron a Medina en un abrazo con Fernández que hizo recordar
el tratamiento de condolencia. Todo el
cuadro era de compasión, los rostros, el encuentro mismo.
Un veterano político, que fue
fogoso y vertical dirigente, ahora convertido en analista sereno, decía en una
reunión de amigos que el abrazo del presidente Medina para su alicaído compañero era como una
puñalada, que parecía que le secreteara en el oído: “Ahora te jodiste, acepta
que tú no puedes levantar cabeza”.
En el derecho penal hay un
elemento clave para la investigación de un crimen: ¿a quién favorece el
crimen?, suelen preguntar los expertos en la materia. ¿A quién favorece la
descalificación de Leonel Fernández como candidato presidencial? De ser ciertas
las imputaciones de Quirino Castillo, Fernández no debe aparecer más en la vida
pública.
La inhabilitación de Fernández
conviene más a Medina -quien busca repostularse a contrapelo de la Constitución-
que a Hipólito Mejía o Luis Abinader,
uno de los cuales será el candidato del PRM (Partido Revolucionario Moderno), principal
fuerza política de la oposición.
Fernández, como candidato del PLD, resulta más fácil para el adversario.
No obstante la compunción que
lo afecta, Fernández intentó sobreponerse y
emitió una declaración de respuesta: “Constituye para mí motivo de alto orgullo y
satisfacción el hecho de que el narcotráfico transnacional, utilizando la
alegada identidad de un reconocido convicto por narcotráfico, ponga en acción
una campaña de descrédito contra mi persona”.
Quien compre un objeto robado
podrá decir que no es ladrón, pero que no reste validez a la palabra del pillo cuando éste diga a quién vendió la
cosa sustraída, pues la única palabra
importante del malhechor es cuando señala al cómplice. Yo no me sentiría
orgulloso de que ningún delincuente me mencione
como beneficiario de sus hazañas.
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