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22 de enero de 2019

La Perla, un antiguo muelle que ahora es atractivo en Los Haitices


Manuel Antonio Vega
Los pilotos sobre el cual se asentaba el muelle. El lugar es
visitado por turistas nacionales y extranjeros. (JUAN
SANGIOVANNI)
SABANA DE LA MAR.- El muelle La Perla es una antigua estación de tren, que se erigió hacia la década del 1880, para transportar guineo, cacao, café y otros frutos que se producían en el litoral costero y comunidades, desde Sabana de la Mar hasta la provincia María Trinidad Sánchez.
Hoy, 139 años después, es un lugar frecuentado por turistas y científicos. Es una referencia para practicar el “orniturismo”, por la diversidad de aves costeras y endémicas que se anidan en la zona.
De la vía ferroviaria solo quedan los pilotillos sobre la bahía San Lorenzo, donde se asientan las aves costeras.
Los Haitises es calificado como un destino paradisíaco, que cada vez se hace más perceptible, por lo bien promocionado que está en el campo turístico.
Los turistas viven enamorados de la tupida vegetación, de las cavernas y ríos y de la fauna endémica pero para conocerlo hay que visitar el muelle de La Perla, un monumento de hierro y capiteles, que ha aguardado más de 135 años y es un lugar de recreo de aves.
Es un lugar para rememorar la gran producción de banano, cacao, café que se desarrolló en Sabana de la Mar, El Valle y Samaná.
En este lugar se respira el aire más puro de la isla, ya que confluyen los vientos alisios.
Los pilotillos son de hierro macizo. Sirven ahora de descanso de aves y allí acuden turistas y fotógrafos de la naturaleza.
Es, sin quizás, el lugar más fotografiado y filmado de toda la ensenada, por su singular estructura y lo atractivo que es observar aves como pelícanos y alcatraces. También para hacer siesta sobre el hierro y ver las aves volar, escuchando sus chillidos o sus trinos.
En honor a la vieja estructura, se designó “La Cueva del Ferrocarril”, considerada como la que contiene el mayor número de pictografías en el país. Habría sido descubierta por Louis Alphonse Pinard, en 1881, pero Herbert Krieger la asienta en un escrito de 1928 con el nombre de “Cueva del Ferrocarril”.
El muelle de La Perla se ha convertido en asiento perenne de aves costeras, que ni se inmutan con la presencia humana.
Su atracción y belleza resultan más cautivadoras por el fondo que da el bosque de las cadenas de montañas del parque, la quietud del agua y los espectaculares vuelos de pelícanos y tijeretas. La historia recoge que esta zona es un cementerio de barcos.
Se dice que en ese lugar el pirata Cofresí hundió su propio navío cuando se vio sin escapatoria por el asedio de los barcos españoles. Su barco se hundió en Punta Gorda repleto de tesoros, pero hasta el día de hoy no se ha hallado ni al navío ni a los tesoros.
Otros atractivos
En las inmediaciones de la vía ferroviaria, hay cavernas que poseen importantes dibujos y esculturas de los indios taínos que también las usaban como cementerio.
Para conocer la antigua vía ferroviaria es necesario entrar por la carretera acuática-ecológica del río Caño Hondo, un impresionante lugar compuesto por agua y mangles rojos.

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