El auge del nazismo en Alemania hubiese sido
imposible de no ser por el apoyo que empresas y empresarios dieron a Adolf
Hitler y su Partido Nazi. Analizamos los lazos que existieron entre la élite
económica y el III Reich.
Coches, electrodomésticos, medicinas,
productos tecnológicos e incluso prendas de ropa son actualmente fabricadas por
empresas alemanas que entre 1933 y 1945 fueron muy cercanas al régimen nazi en
Alemania.
Algunas por supervivencia y otras por
verdadera creencia en los principios nacionalsocialistas, estas corporaciones
sostuvieron gran parte del esfuerzo de guerra alemán y se beneficiaron del
acercamiento que se produjo entre las grandes empresas, especialmente
industriales, y el partido de Adolf Hitler. Cuando terminó la guerra, ninguna
recordaba nada.
Al ser claves en la recuperación de la
Alemania de posguerra, los vencedores hicieron la vista gorda. Esta
colaboración es hoy en día una lejana mancha en la trayectoria de esas empresas
que, directa o indirectamente, arrastraron a Europa a la peor catástrofe que
jamás ha vivido.
Un
conveniente cambio de chaqueta
A pesar de la creencia popular, Hitler nunca
ganó unas elecciones. De hecho, las únicas a las que se presentó, las
presidenciales de 1932, las perdió frente a von Hindenburg por seis millones de
votos. Quien sí ganó elecciones – parlamentarias – fue el Partido
Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP). Tanto en los comicios de julio de
1932, en los de noviembre del mismo año y en los de marzo de 1933 – estos
últimos con Hitler ya como canciller –, el Partido Nacionalsocialista fue la
fuerza política más votada y con mayor representación en el Reichstag.
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