Albert Simó
En muchas ciudades del mundo existen espacios donde poder aislarse del estrés generado por el ritmo de vida trepidante al que la mayoría nos vemos sometidos. Entornos en los que refugiarnos, relajarnos y olvidarnos de todo durante un rato. En la actualidad, es algo imprescindible, tanto por motivos de salud física como mental.
En Barcelona he tenido la posibilidad de visitar un spa muy especial, Aire de Barcelona. Sólo entrar, te das cuenta de que tiene algo mágico, posiblemente procedente de su historia. A unos cuantos metros debajo de tierra se encuentra la zona de aguas, que se divide en varias áreas: piscinas con agua a distintas temperaturas –caliente, fría y templada-, hammam, flotarium y yacuzzi.
La experiencia se puede completar con un masaje con aceites esenciales que, sin duda, recomiendo, ya que responde a unos estándares de calidad muy altos, al igual que el resto del spa.
La visita a Aire termina con una degustación –zumo o té, brocheta de frutas y chocolate-, que se toman en la zona de aguas. Las instalaciones en general son impecables y cabe destacar que el baño cuenta con commodities premium –gel de baño, acondicionador capilar, secador, etc.-, detalles que se agradecen y que son imprescindibles para cualquier negocio que pretenda vincularse al ámbito lujo.
Como elementos negativos, comentar que ninguno de los empleados –incluidos los de recepción-, dominaban el catalán, algo que el cliente local sin duda agradecería. También debería mejorarse el nivel de la temperatura en los pasillos de la zona de aguas
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