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15 de noviembre de 2016

!Un diamante perdido en un pajar!

DEL LIBRO DE ACTAS DE DEFUNCIONES.
Por: Carlos Mejia Blanco

Mientras el viejo Antonio tocaba su acordeón , una música electrizante se iba encendiendo en el lugar, mi hermano el Dago tocaba en la tambora un pambiche, yo le acompañaba con la güira, al finalizar de cada pieza nacía el dialogo que era como un resplandor en la máxima expresión de la sinceridad, y la confesión se hacía latente en cada sorbo de aguardiente que ingeríamos, pero había algo en las confesiones que entristecía, algunas veces retumbaban como el discurso frente a una lapida " YO SOY UN DIAMANTE PERDIDO EN UN PAJAR".
En la transición pasmosa del cambio del 78, el borrón y cuenta nueva ocupo un lugar privilegiado en nuestras mentes, así fue que conocimos a Dario Genao, nuestra amistad se baso en la afinidad por la lucha contra el continuismo, que como el oxido venia destruyendo la base de la concordia y de la tranquilidad de la nación. en esa medida nos dedicamos en visitar altares, y uno de ellos fue la casa de Don Antonio Lora, en el Ensanches Ramos, casi frente a la escuela Anacaona Almonte. También visitábamos los viejos Don JUSTO MATIAS y ANA padres de Pablo Matías, Arsenio, Chávela y Chuncha que era la esposa de Darío. Para esta época ya se habían mudado de Gurabito para la sección de los Cocos. El viejo Justo estaba ciego y gustaba tocar el acordeón; las tarde se rejuvenecían en el alborear de sus notas, a medida que el sonido se abrazaba con la oscuridad, las brizas de la noche caín como huellas sobre los caminos.
Casi siempre desde ahí nos desplazábamos para el Ensanches Ramos, en Cuesta Colora, botellas de ron en manos , dos fundas de hielo y varias botellas de refresco. Era Victoria la que nos recibía y acomodaba en aquella salita, a la espera de su padre “Antonio Lora”, el piso todavía de tierra y cuatro muebles de palitos pintados de azul, adornaban el espacio tan sencillo y acogedor, desde ahí se podía ver el comedor y una mesa rustica de madera y seis sillas con el fondo de guano de color natural, y en la esquina una mesita y una tinaja; con agua muy fresca. Antonio Lora era zapatero, oficio que le permitía reposar el pensamiento en la selección de las notas del pentagrama; a medidas que iba construyendo los calzados, hilabas los versos para componer sus nuevas canciones, o descansar en la frescura de la entonación de los los acordes las que había compuesto.
Al viejo Antonio nadie le vio despeinado, nunca permitía que nadie le viera mal vestido, se tomaba el tiempo adecuado para presentar al artista que subyacía en su interior, ¡así fue formado!, sabía que tal y como te ven, te tratan, no quería dar la sensación de que carecía de algo. En su habitación colgaba un traje negro como azabache y una camisa blanca, y su corbata, este era su uniforme de presentación. Pero a nuestra llegada, como bólido se bañaba, se frotaba agua de florida como perfume. Su pelo tenía que verse lacio, el no tenia cabellos malo, se untaba vaselina brillantina para que no se deslizaran y así evitar que cuando tocara el pelo se le fuera a la cara, así salía pepillito de la habitación.
El Viejo Antonio se deleitaba en con nuestras presencia, ya viejo y casi nadie apreciaba su talento, por eso cuidaba cada detalle en la selección de las palabras y a cada canción interpretada le colocaba un sello especial pues eran de su propia inspiración. Fue en los recuerdos del viejo Antonio, cuando nos enteramos que empezó a tocar a la edad de 4 años, su padre siempre quiso que fuera músico y lo fue; acompaño a Ñico Lora como Saxofonista, tenía las instrucciones musicales, porque estudio en la escuela. Fue un músico tan versátil que llego a tocar todos los instrumentos que se utilizaban para el merengue, desde el Saxofón, Acordeón, Güira, Marimba, Tambora y guitarra, todos de manera magistral, tenía una gran habilidad para la composición y también la gracia, así lo demuestran sus merengues dedicados a toda clase de situación social, cultural, mágico religiosas y de la vida cotidiana. Compuso e hizo los arreglos a casi todas las canciones de padre Ñico Lora, canciones como: Las sietes Pasadas O Adán y Eva), Los Algodones, Mercedes, Quisiera que fuera Mañana entre otras. Sobre la canción “LAS SIETE PASADAS”.
Siempre considero que se las habían plagiado, basado en los compases de su originalidad, entonces era cuando nos tocaba la pieza autentica, en nuestros corazones sabíamos que decía la verdad, su teoría se basaba en que en principio esa pieza se llamaba “Adán y Eva”. ya con los tragos en la cabeza, y una gran amargura, terminaba diciendo: “QUE NUESTRO PUEBLO ERA INGRATO y OLVIDADIZO”. Entonces la melancolía nos arropaba y era cuando decidíamos partir…

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