El presidente electo y sus colaboradores relativizaron
propuestas polémicas como la eliminación del plan de salud y la construcción
del muro
Silvia Pisani - LA NACION
WASHINGTON.- Imposible predecir cuáles de sus promesas y
amenazas de campaña mantendrá en pie. Pero en los cinco días que lleva como
presidente electo es evidente que Donald Trump moderó el tono de varias de sus
propuestas, incluidas las que sus seguidores tomaron como bandera.
Piezas clave de su discurso electoral, como derogar por
completo el sistema de salud impulsado por el presidente Barack Obama, la
construcción de un muro en la frontera con México y pretender que ese país lo
financie, así como la "persecución judicial hasta meter presa" a su
ex adversaria, Hillary Clinton, hoy ya no parecen firmes.
Así lo hizo saber ayer el propio Trump en una entrevista
con The Wall Street Journal. En ella, adelantó que no va a eliminar
"totalmente" el plan de salud y que, por ahora, no piensa ordenar una
investigación sobre Clinton. Por su parte, Newt Gingrich, dirigente republicano
y asesor del presidente electo, echó dudas también sobre el muro.
Muchos empiezan a preguntarse si con Trump no comienza a
repetirse lo que ocurre con casi todos los políticos: una cosa es lo que dicen
antes de llegar al poder y otra, muy distinta, lo que concretan cuando lo
alcanzan. Lo mismo sucede con su promesa de "cambiar el
establishment". Hasta ahora, tanto tu equipo de transición como los
potenciales miembros de su gabinete son insiders de Washington y de la
política.
Por lo pronto, el triunfo lo recibió no con bastante
desencanto. Las protestas volvieron a recorrer ayer el país.
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