Los japoneses tienen un nombre
particular a la causa de que las personas se queden sin vida por motivos
laborales. Principalmente derrames cerebrales y problemas cardíacos son los
encargados de aumentar la mortalidad.
En el 1969 se conoció formalmente
el primer caso y en el 1987 el departamento de salud lo reconoció como tal. Un
caso muy comentado fue el ingeniero de una automotriz que trabajó más de 80
horas extras en sus últimas dos semanas de vida… todo por llevar a fin un
proyecto importante de la empresa. Su hija lo encontró en su apartamento el día
antes de su siguiente viaje de negocios.
Siempre reconocemos la disciplina
de los japoneses, su tenacidad para lograr resultados, su obediencia y mucho
más. Todo lo que lograron para levantar esa gran nación de las cenizas después
de la segunda guerra mundial. Pero, porque siempre debe haber un pero, ¿es esa
la mejor forma o la que debe ser constante?
Me parece que muchas empresas
están pasando por una peligrosa situación, la llamaré “adicción al éxito”. Es
como una escalera sin fin: Ser mayores cada año; luego ser las mayores; y
cuando ya lo son, proteger ese lugar y romper nuevos records.
Nada de eso es malo, por el
contrario, es motivador y trae bienestar a sus trabajadores… ¡Oh, disculpe! Me
confundí en el tiempo verbal utilizado; dije “trae” donde debí decir “debería
traer”. Qué lindo y específico es el lenguaje.
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