Por: José Dunker L.
Si llego a mi casa y la encuentro inundada de agua,
¿cuál sería la primera medida que debo tomar?
Obviamente, buscar la fuente de donde mana el agua,
cerrarla, y luego comenzar a botar el agua sobrante. Con el tema de ‘la invasión
de haitianos’, ¿no se podría hacer lo mismo, es decir, buscar de donde es que
mana el agua? Estimo que ese es el primer consenso que se debe
buscar.
Debemos unirnos para obligar que se regularice la
frontera con Haití. Me preocupa que el ministro de defensa afirme no recibir
ninguna presión “por trabajo que realizan en la frontera para impedir que entren
al país haitianos indocumentados”, ¡como si la presión viniera de afuera! Esos
haitianos vienen porque hay un negocio en la frontera, y cualquier extranjero
entra al país por menos de RD$20,000.00. ¿No podríamos unirnos contra ese
negocio de indocumentados, y permitir que ingresen debidamente visados, solo los
que nos convenga, como se hace en todos los países
organizados?
Debemos unirnos para exigir que se cumpla la ley que
fija en 20% el máximo de operarios extranjeros. Se ha denunciado que el mismo
gobierno viola esta ley, y lo mismo hacen empresarios en busca de mano de obra
barata. ¿No podríamos unirnos para exigir que el gobierno y la empresa privada
cumpla la ley y restrinja el empleo excesivo de
extranjeros?
Debemos unirnos para exigir que el gobierno no siga
trayendo braceros haitianos desprovistos de visa y pasaporte. Lo hemos estado
haciendo desde la era de Trujillo. Esta práctica debe violar más de cinco leyes:
emigrantes sin pasaporte, sin visa, traídos como si fuera ganado para un corral,
bajo contratos abusivos, y sin ninguna seguridad social. ¿Por qué no nos unimos
para pedir a nuestros gobiernos que suspendan esa práctica
ilegal?
Debemos unirnos para que se regularice la situación de
medio millón de haitianos indocumentados que residen en el país, algunos de
ellos con hasta cincuenta años sin volver a su país. Hay que hacer lo que se
hace en cualquier país civilizado: expulsar a los que no nos convengan, y dar
visa a los que nos resulten convenientes. Hay que tomar en cuenta que la empresa
de la construcción, la agricultura, y otros renglones importantes de nuestra
economía les necesitan. Entonces, es muy sencillo, ¿no podríamos unirnos para
pedir que sean regularizados?
Deberíamos unirnos para regularizar el comercio en la
frontera con Haití. No es posible que eso siga siendo un negocio de los
militares, y que el gobierno no imponga su arbitrio, como se hace en cualquier
país mínimamente organizado. Un acuerdo comercial, a beneficio de ambas partes
es la salida. En el mundo entero las fronteras son difíciles, pero se resuelven
mediante acuerdos, y eso podríamos hacer nosotros. ¿No podríamos unirnos para
definir un acuerdo comercial con Haití en lugar del desorden que impera
hoy?
En lo que no podemos unirnos es para despojar de su
nacionalidad a personas que nacieron aquí, que se criaron aquí, que hablan
español como nosotros, y que se sienten dominicanos. Se trata de un asunto de
derechos humanos, y que ha dejado a 209,000 compatriotas en el limbo, sin poder
estudiar, sin poder registrar sus hijos en la escuela, con riesgo de perder
empleos o negocios, y en una comprensible crisis de identidad, pues, de repente
la sentencia 168-13 les despoja de su nacionalidad. ¿No podríamos unirnos
también para buscarle una salida a esta situación humana tan apremiante? ¿Qué se
gana con excluir a esos compatriotas de la nacionalidad? ¿Por qué enfrentar el
mundo entero con una actitud tan poco elegante?
Apoyemos a nuestro Presidente para que proponga ante
el congreso una ley que reconozca la nacionalidad a todo el que haya nacido aquí
antes del 2010 y que lo pueda demostrar, pero que al mismo tiempo se tomen las
otras medidas, pues, como lo dijo Jesucristo, “esto es necesario hacer, sin
dejar de hacer lo otro”.
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