Cobertura. Los
programas de asistencia no cubren a estos extranjeros por su informalidad.
Regularidad. OIM sugiere estatus legal a venezolanos.
Por Anyelo
Mercedes
Ni el Covid-19 ni el incendio de Duquesa impiden que Ulises Lemoine, haitiano de 28 años de edad, salga a reclutar desperdicios para subsistir. A. CALVO |
SANTO
DOMINGO.-“A mí nadie me ha ayudado con nada, solo Dios”, afirma Johnny Jan, un
haitiano de 38 años, esposo y padre de cuatro menores de edad, que vive de la
informalidad.
Creyendo que se
trataba de un período de tiempo corto, Jan, que se gana la vida vendiendo
plátanos en un triciclo, compró suministros al inicio de la pandemia del
Covid-19.
Esa decisión lo
llevó no solo a pasar hambre, sino a perder su reducido capital económico.
“A los pocos
días todo acabó y los muchachos se me empezaron a quejar de hambre”, declara
Jan que forma parte de los 254, 198 haitianos que regularizaron su estatus
migratorio a partir del año 2013.
Trabajo perdido
De ese grupo
(haitianos regulados), la Organización Internacional para las Migraciones
(OIM), estima que 146,000 de ellos perdieron sus ingresos y que solo 46,000 que
pertenecen al sector construcción, recuperarán paulatinamente sus puestos de
trabajo tras la activación de la economía el pasado 20 de mayo.
“Un amigo me
prestó 2,000 pesos, fui al mercado y volví a las calles, para mí no hubo
cuarentena”, relató Johnny Jan.
Realidad que complica
Es que la
enfermedad del Covid-19 no es tan terrorífica como el hambre, los pagos de
alquiler atrasados y la incertidumbre que da el no tener apadrinamiento.
La única forma
de que un extranjero aplique para los programas asistenciales desarrollados por
el gobierno es si su estatus migratorio está actualizado y debidamente asentado
en la Tesorería de la Seguridad Social (TSS).
Pero los poco
más de 500,000 haitianos (ENI-2017) que viven en el país representan una
significativa carga porcentual en la cantidad de empleos informales que son el
58%, según la encuesta Nacional Continua de Fuerza de Trabajo.
Situación venezolanos
Un grupo no tan
numeroso, pero no por ello menos importante, es el representado por
venezolanos.
Ana María
Alonso, líder de la diáspora venezolana y que coordina ayudas para sus paisanos
vía la pastoral venezolana de la arquidiócesis de Santo Domingo, comenta con
preocupación el agravamiento de la situación de los venezolanos en el país.
“La situación
de la diáspora es bien difícil porque sin un estatus legal en el país no tienen
seguro y sin trabajo pues tampoco pueden pagar los servicios y no reciben
ninguno de los beneficios del gobierno por su condición de extranjería”,
afirma.
A través de la
OIM, ADRA dominicana y otras instituciones, han coordinado ayudas para 1,300
familias compuestas en un 73% por grupos de entre cuatro a cinco personas.
Estas
contribuciones son recibidas en el colegio Claret de Santo Domingo y desde allí
dirigidas a los grupos vulnerables.
Fue así como
Kenia Quiroz tras quedarse sin empleo al inicio de la pandemia, recibió una de
estas raciones de alimentos. “Pero igual eso se me acabó y tengo que pagar
alquiler y sostener a mis padres que viven en Venezuela”.
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