El
documento estipula que las relaciones ruso-chinas de asociación global e
interacción estratégica están entrando "en una nueva era", alcanzando
el nivel más "alto de su historia", con un desarrollo continuo
gracias a los esfuerzos constantes de ambas partes.
Moscú y
Pekín señalan que sus relaciones no tienen el carácter de un bloque ni de
confrontación y "no están dirigidas contra terceros países".
Asimismo, "no están sujetas a influencias externas y demuestran vitalidad
y energía positiva". De igual forma, constatan que los intentos de
sustituir los principios y normas generalmente aceptados del derecho
internacional por un 'orden basado en reglas' "son inaceptables".
Guiándose
por los acuerdos alcanzados entre el presidente ruso Vladímir Putin y su
homólogo chino, Xi Jinping, las partes se proponen:
Garantizar
siempre que las relaciones bilaterales vayan por buen camino
Prestar
un firme apoyo mutuo a los intereses fundamentales de la otra parte,
especialmente la soberanía, la integridad territorial, la seguridad y el
desarrollo
Profundizar
y ampliar continuamente la cooperación práctica en el proceso de modernización
para el desarrollo y la prosperidad conjuntos
Promover
la comprensión mutua y el acercamiento entre los pueblos de los dos países, y
fortalecer sin cesar la base social y cívica de la amistad intergeneracional
Promover
un orden mundial multipolar, la globalización económica y la democratización de
las relaciones internacionales, además de fomentar el desarrollo de la
gobernanza mundial de manera más equitativa y racional
No
hay una "democracia suprema"
Rusia y
China señalan que cada Estado posee sus propias características históricas,
culturales y nacionales y que "tiene el derecho a elegir su propio camino
de desarrollo", sin la necesidad de una "democracia suprema".
"Las
partes se oponen a que un Estado imponga a otro sus valores, a que se tracen
líneas ideológicas, a que se cree una falsa narrativa sobre la supuesta
oposición entre democracias y autocracias, y a que se utilicen la democracia y
la libertad como pretexto e instrumento político para ejercer presión sobre
otros", resalta el texto, destacando que el Gobierno ruso concede
"gran importancia" y estudiará la Iniciativa de Civilización Global
china.
Moscú
ha reafirmado su compromiso con el principio de "una sola China",
reconociendo que Taiwán es parte integrante de China, además declaró que
"se opone a la independencia de Taiwán en cualquiera de sus formas",
apoyando "firmemente" las acciones de Pekín para proteger su
soberanía estatal y su integridad territorial.
Las
partes han acordado debatir la celebración de reuniones anuales a fin de
intensificar la cooperación policial, además llevarán a cabo periódicamente
patrullas marítimas y aéreas conjuntas. A su vez, profundizarán en la confianza
mutua entre las fuerzas armadas de ambos países.
Asociación
energética aún más estrecha
Ambas
naciones seguirán consolidando una cooperación mutuamente beneficiosa en el
sector financiero, "lo que incluye garantizar la fluidez de los pagos
entre las entidades económicas de los dos países". En este contexto, se
acordó apoyar un mayor uso de las monedas nacionales en el comercio bilateral,
las inversiones, los préstamos y otras transacciones comerciales y económicas.
Igualmente,
Moscú y Pekín se proponen llevar a cabo una "asociación energética aún más
estrecha", apoyando a sus empresas en la ejecución de proyectos de
cooperación energética en los sectores del petróleo, gas, carbón, electricidad,
energía nuclear y otros.
China y
Rusia protegerán conjuntamente la seguridad energética internacional (incluidas
las infraestructuras transfronterizas críticas), la estabilidad de la
producción de energía y las cadenas de suministro. Asimismo, se han
comprometido a promover transiciones energéticas justas.
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