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11 de junio de 2016

Voces y ecos: La ruta de las yolas (1/2)

RAFAEL PERALTA ROMERO
rafaelperaltar@gmail.com
La Historia es ciencia tan abarcadora que arrastra en su cauce un torrente de ciencias auxiliares, cada una de las cuales toca un aspecto concreto de la actividad humana, es decir actos que realiza el hombre en sus  funciones de relación.
Si la cronología de sucesos de aparente trivialidad no fuera  considerada  una  disciplina auxiliar de la historia, procede revisar  esa situación, particularmente el punto de mira de que se parte.
Los hechos pequeños a menudo se  suceden en cadena y entonces se tornan más complejos de lo previsto y merecen, en consecuencia, una ponderación más precisa  y detenida por parte de quienes se ocupan, por oficio,  de  llevar  cuentas de las acciones  del ser humano en su cotidiano discurrir.
Leonardo Mauricio Amparo, con paciencia de orfebre,  ha prestado ojos y oídos a un hecho que a fuerza de repetición se ha  constituido en  un fenómeno social del que no puede ser indiferente ningún dominicano  de estos tiempos. Su libro “Rumbo al Este: ruta de las yolas” encierra la  tormentosa crónica de los viajes  en yola hacia Puerto Rico.
Ya está  impresa la primera parte de una saga que el autor tiene concebida  porque ha sido “objeto de la experiencia sensible” y que le ha merecido muchas horas de trabajo para tornar  sus apuntes y elucubraciones  en un producto intelectual de valía y vocación de trascendencia.
He hablado de elucubraciones. Usted  podrá preguntarse, y hasta afirmarlo,  si esto no menoscaba el mérito de una obra  de carácter histórico. Si alguien  opinara  que  el tratamiento de la historia  no precisa de recursos imaginativos ni de juegos literarios,   está construyendo sobre roca  su concepción. Y ésta resistirá el furor de los vientos.
Historia novelada, incluso fantaseada, es la envoltura  en que presenta Mauricio los hechos  como se originaron los primeros viajes en yola desde Miches,  municipio  al Este de la isla,  donde nació y se crió el autor. No se trata solamente de   trabajo de un observador con miras de cientista social, sino de una obra testimonial.
Es un cronista de lo pequeño, a partir de estos acontecimientos de los que no se ocupa la historiografía académica. Sin embargo, son   piedras importantes          –quise decir piedras angulares- para construir la historia de la República Dominicana.
La historia de los pueblos es ante todo la historia de la lucha por la subsistencia. No sé si con esta afirmación estoy plagiando a Marx y Engels,   quienes han escrito  que “la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases”. El afán por la sobrevivencia originó  los viajes en yola, desde la costa de Miches, hacia Puerto Rico. Continuará.

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