18 de junio de 2016

Ortorexia: El trastorno que demuestra que hasta lo sano en exceso es malo

Fuente: BBC

El término lo introdujo el doctor estadounidense Steven Bratman en 1997 juntando la palabra para 'correcto' del griego orthos con orexis apetito; un símil de anorexia sin apetito, el trastorno de la alimentación que la ortorexia a veces disfraza.
Se parecen, aunque los objetivos declarados por los pacientes son distintos. No obstante, hay nutricionistas que piensan que se trata del mismo trastorno, con una justificación más aceptable.
Aunque la meta de la anorexia es perder peso y el de la ortorexia es estar sano, ambas restringen los hábitos de comida a tal punto que ponen en peligro la vida de quien los padece.
Pero mientras que la anorexia es reconocida como un mal, la ortorexia tiene el problema añadido de que es "una enfermedad disfrazada de virtud".
De unos pocos a unos muchos
Si bien es cierto que una dieta que se base en alimentos naturales está lejos de ser mala, cuando se torna en una obsesión puede tomar el camino errado.
Refiriéndose a tendencias preocupantes hace 20 años, Bratman señaló ejemplos como:
1. Lacto-ovo-vegetarianos, que le tienen miedo a la leche
2. Los crudistas, que comen alimentos sin cocinar y no procesados, que temen que picar los vegetales destruya su 'campo etéreo
3. Los no-ajo no-cebolla con influencia hindú, quienes creen que la familia de la cebolla provoca deseo sexual".
"Eventualmente, el ortoréxico dedica gran parte de su vida a planear, comprar, preparar y comer sus platos", escribió en Health Food Junkies.
Estrellas como Gyneth Paltrow llevan a las chicas a soñar que sólo si comen "lo correcto" serán bellas. Lo que olvidan es que esas estrellas tienen mucho tiempo y dinero para ser guapas, señala el nutricionista Miguel Toribio-Mateas.
En esa época, Bratman estaba hablando de los hábitos alimenticios de unos pocos, reducidos y selectos grupos.
Sin fundamento
"Esos platos inspirados por Instagram, con unas hojas de espinaca, un poco de quínoa -que está muy de moda-, algunas semillas de granada -que se ve linda-, son muy bonitos pero no tienen sustancia", le dice a la BBC Miguel Toribio-Mateas, nutricionista y especialista en Neurociencia Clínica.
"Al final tienes una comida que te da 200 calorías -que no es nada a nivel energético- y sin proteínas. Está bien si te apetece un día pero si te niegas a comer el resto de comida normal porque la consideras sucia o algo que no podrías tener nunca en tu vida porque te va a hacer mal, hay un problema".
Lo difícil
Al consultorio de Toribio-Mateas, llegan ortoréxicas -pues la mayoría son mujeres- o para consultarlo sobre cómo tener una dieta a sus ojos perfectos, o porque sus familiares las llevan, pues ellas están convencidas de que lo que están haciendo está más que bien.
"Es difícil tratarlas, y no sólo porque tienen tanta información".
Con tantas restricciones, este trastorno de la alimentación se torna en un problema existencial.
Y para las pacientes, no sólo las opciones de comida sino también las de la vida se reducen.
"¿Cómo vives si llevas al extremo la idea de comer limpio hasta que se vuelve patológico? No puedes ir a un restaurante o bar porque te aterra no saber qué te están sirviendo. No puedes ir a casa de amigos a cenar, a menos de que sean ortoréxicos".
Como reza el refrán: todo en exceso es malo.

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