La actriz es una
firme defensora de los retoques estéticos y continúa con ellos
Meg Ryan, en el festival de Shanghai |
Meg Ryan, de 54 años,
no deja de sorprender por su afición a los retoques estéticos. Fue hace un año
cuando la actriz mostró su nueva cara en la semana de alta costura de París.
Hacía muchos meses que la actriz no aparecía en un acto público, y su nueva
aparición bajo los atentos focos dejó claro que la estrella está totalmente
transformada por su paso por el quirófano. Desde ese momento hasta ahora, Ryan
ha seguido experimentando con su cara como se ve en las fotos tomadas el pasado
fin de semana en Shanghái, cambio del que ya se tuvo noticia en los pasados
premio Tony de teatro.
Fue en 2002 cuando la
intérprete de míticas películas (Cuando Harry encontró a Sally) comenzó a
operarse. En 2003 rodó En carne viva y ahí ya comenzó a verse su nueva imagen,
y su carrera resultó gravemente afectada. Desde hace seis años no ha rodado
ningún largometraje como protagonista. Ryan, a juicio de los profesionales, no
solo ha pasado por el quirófano, también se ha inyectado bótox.
La actriz, todo un
icono de naturalidad en los años noventa, ha seguido los pasos de colegas de
profesión como Renée Zellweger y de Nicole Kidman, sumándose a la creciente
lista de estrellas que se han excedido con el bisturí para paliar los signos de
la edad. Meg Ryan ha cambiado tanto que casi no queda nada de la que
protagonizó Tienes un e-mail (1998) con Tom Hanks. La artista siempre se ha posicionado
del lado de quienes creen en los retoques estéticos para aminorar el paso del
tiempo.
Intérpretes como Kate
Winslet, Meryl Streep, Emma Thompson o Jodie Foster se han mostrado, en cambio,
contrarias a la cirugía como método para alargar sus carreras profesionales. “Prefiero
que digan ‘esa chica tiene una nariz fea’ a que comenten ‘a esa chica le han
dejado fatal la nariz”, declaraba esta última en una ocasión. Incluso Nicole
Kidman ha lamentado en alguna ocasión haber abusado del bótox.
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