Su consigna le robó paz al sueño: "¡Yo peleo hasta dentro de un saco!" Era ya casi la una de la mañana cuando Lolito, con sus venas ahogadas en el alcohol, a todo pulmón, desafiaba a un vecindario que yacía plácido en los brazos de Morfeo.
En el colmado de Chito, exactamente en la Mella con María F. Vargas, se escuchaban las fichas de dominó, golpear con pasión la mesa. Arturo, salió del juego y enfrentó al panfilo con el epíteto: "Baboso" y agregó: "Tú no peleas ni afuera del saco". Lolito retrocedió, y con un grito más fuerte que su propuesta de guerra anterior, evidenció temor: "Yeyo, levantate que quieren matarme."
Yeyo, que dormía el cansancio de su dura y diaria faena, se presentó cuchillo en mano, en defensa de su hermano.
Arturo, ante la acometida, arrancó un leño que frente a mi casa protegía la acacia blanca sembrada en la acera, asestó un sólo golpe en la parte posterior de la cabeza de Yeyo.
Lolito corrió gritando: " Muerete Yeyo, para yo iniciar un corte desde Loma Jiménez hasta Navarrete en la familia de Arturo." Yeyo, pagó el sacricio máximo la insensatez de su hermano. Lolito, con el tiempo olvidó su venganza; pero nunca aquella triste noche de la década de 1970.
La Biblia dice: "Ciertamente el que bate la leche sacará mantequilla, y el que recio se suena las narices sacará sangre; y el que provoca la ira causará contienda." Proverbios 30:33
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