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29 de enero de 2015

Curiosidades lexicográficas

Rafael Peralta Romero
 
Rafael Peralta Romero
Hojeando y ojeando la nueva edición (23ª) del Diccionario de la lengua española, he encontrado acepciones atribuidas  a algunos vocablos  o formas de escritura en otros, que comparadas  con los usos  de aquí, bien merecen  ser presentadas como curiosidades.
Comienzo por  “narigón”,  el DLE la define  como “narigudo, que tiene la nariz grande”. En el habla dominicana, esta palabra nombra una argolla que se coloca en la nariz de los bueyes, para dominarlo. Pero el Diccionario  no registra esa acepción y por eso tampoco  recoge el verbo “narigonear”.
El DLE no incluye directamente a  República Dominicana entre los países  donde “cuadrangular” es sinónimo de jonrón, sino que menciona a Colombia, Costa Rica, El Salvador, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Venezuela y  las Antillas, donde ha de incluirse nuestro país. Lo mismo ocurre con el verbo “jonronear”, que se atribuye  hasta a Bolivia  y no al país donde nacen los jonroneros.
Lo que quizá debamos revisar los dominicanos es la forma de llamar a cierta ave galliforme conocida aquí como “pajuil”, palabra que no aparece en el DLE. Están registradas “paují” y “paujil” y parece que la primera forma es la  recomendada. Respecto de la palabra “cajuela”,   el Diccionario dice que en México y República Dominicana  se nombra así al depósito de paquetes de los automóviles. ¿Usted le llama así?

Lo que no puede ser  es que el DLE asegure que en el habla dominicana y otros  países se emplee la palabra “cuerazo” como sinónimo de latigazo. ¡No! Aquí un cuerazo es otra cosa. Por ejemplo, una prostituta cara. Quizá una megadiva.

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