Moisés Saab
Si alguna utilidad tuvo el recién concluido seminario celebrado aquí para aportar a la solución de la crisis económica planetaria es que esa catástrofe de magnitud por cuantificar hizo converger a tirios y troyanos.
Desde la eclosión del neoliberalismo en su fase más desbocada, muy semejante al capitalismo salvaje de principios de siglo pasado, diversas voces se distanciaron de la euforia en los mercados para alertar sobre las consecuencias de la especulación desenfrenada.
Los interesados en ese estado de cosas, por supuesto, acudieron a los sofismas más dispares, entre los cuales brilla la máxima que “los mercados se autorregulan”, una suerte de fórmula esotérica que el tiempo desmintió.
Y de una manera fehaciente: miles de millones de dólares inyectados a toda prisa en las instituciones financieras estadounidenses y europeas no han logrado reanimar la economía.
Por el contrario, los pronósticos son sombríos: La salida de la crisis será lenta, dolorosa y hacia abajo, auguró en la reunión Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía.
Incluso ese augurio sombrío se quedó corto ante otros alertas más concretos, como el del presidente dominicano, Leonel Fernández, quien advirtió sobre la erosión de la estabilidad y de la gobernabilidad en los países subdesarrollados.
En términos similares se manifestó Alicia Bárcenas, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL).
Es un efecto dominó, aunque no se le llame así en esta ocasión, provocado por la contracción de las inversiones extranjeras, los préstamos, pero, sobre todo, de las remesas y el turismo, dos rubros vitales para muchos de ellos, concluyó.
Fernández denunció lo que calificó de “podredumbre en el sistema económico”, evidenciada en la falta de transparencia de los sistemas contables de esas firmas que permitieron escamotear la situación hasta el último momento.
A pesar de la enjundia de las intervenciones, el cónclave no aportó elementos inéditos a la comprensión de la esencia del fenómeno en sí.
Para el mandatario dominicano la reunión fue marco propicio para desmentir una afirmación hecha semanas atrás: que la economía dominicana está blindada contra la debacle.
Disminuciones sustanciales en las remesas y la llegada de turistas, y noticias sobre el cierre de centros turísticos, trascendieron antes durante y después de la reunión en el lujoso centro turístico de Casa de Campo.
Si algo de trascendente tuvo el encuentro fue la admisión por Fernández y la señora Bárcenas de que la crisis puede desestabilizar a los estados subdesarrollados y su gobernabilidad, otra verdad sabida.
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