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15 de noviembre de 2018

BELKISS ADROVER DE CIBRÁN, UNA BANILEJA NACIDA EN SAN JOSÉ DE OCOA.


A CIEN AÑOS DE SU NACIMIENTO SE REALIZARÁ UN CONVERSATORIO SOBRE SU VIDA Y OBRA.
Casa de Belkis y Jose en la Javiña 1948 durante su auto exilio volunyario
Belkis Adrover de Cibrán (1918-1995) creó el arcano de su vida sin soberbia. Sabía que a la cumbre de la Acrópolis no se llega de pronto, con impaciencias, pero sí con pasos firmes y convicciones perdurables. Era una artista, diría que temperamental, pero, a la vez,  proyectaba natural placidez interior. Mujer de ojos expresivos y, de  fruncido ceño. Anduvo sin ninguna túnica áurea, porque nunca se imaginó ni diosa ni musa, sólo se sabía una esteta cubierta con los colores de un trópico  verde y radiante, que se desplegaba a millas de distancia hacia el otro mar, que está en el continente viejo.
Juan Bosch fotografiado por Ivanhoe
Adrover sobrino de Belkis Adrover
Belkis escogió un oficio (la escultura), una profesión (el dibujo y el magisterio), y una tarea que realizar, no compleja -quizás- para estos tiempos, pero sí osada para entonces: esculpirse a sí misma en una roca sólida, para cincelar los instantes y los momentos de su  identidad que de manera rutilante estaba yendo y viniendo en sus sueños. Esa «identidad» a construir eran sus reminiscencias con el pasado Ibérico de su padre. Ella confiaba en su alma, en que de alguna manera la encontraría, y que aprovecharía no ser cualquier Ícaro femenino, sino una navegante que se hace viajera con las alas de la victoria de la escultura de Samotracia. Por eso fue firme en dirigir las naves en que cruzaría el «charco» hasta llegar al espacio donde fue detrás de los vestigios de su Credo y de su Fe como una especie de tributo a los inmigrantes y migrantes  que han llegado desde tierras lejanas a este archipiélago del Caribe, al igual que su padre y su marido José Adrover, y de los padres de su madre de origen canario.
Belkis Adrover de Cibrán en las laderas
del volcán Vesubio 1957
Belkis nació en Baní,  en la casa materna  de los Objío, en la calle Nuestra Señora de la Regla, esquina Santomé (hoy calle Sánchez), próxima al Cerro «Cucurucho» de Peravia, cuya cima fue asiento del caserío nitaíno del cacique Guarien, y donde la leyenda dice vivió la india Vanahí, «la hija del yeyeral», descrita en Fantasías Indígenas por José Joaquín Pérez.
La madre de Belkis fue  la banileja, nacida en San José de Ocoa,  María Edelmira Feliz (1872-1951) hija de Regla Feliz y Edelmira Objío (hija de Joaquín Bernal y Candelaria (Cándida) Garrido Lluberes, natural ambos de San José de Ocoa). Se dedicó a la alta costura, y a preservar el legado imperecedero de su esposo Frank, que murió  en su casa del sector Santa Bárbara, de la ciudad  de Santo Domingo, a causa de una pulmonía.
Su padre fue el inmigrante Frank Adrover Mercadall (1861-1924), el primer fotógrafo español que estuvo en Santo Domingo en el siglo XIX, pintor y modelador, natural del  municipio de Villa Carlos, Menorca,  Isla Balear; llegó  en agosto de 1887, trayendo consigo el adelanto de las placas secas, la técnica del clisé,  de  las fotos iluminadas y  coloreadas con acuarela y,  tuvo estudio artístico en Mahón en la calle Deyá 4, casi esquina General Mola.
Los  padrinos de Belkis fueron el insigne civilista, hombre público, prócer de la Patria,  y jurista doctor Don Américo Lugo Herrera (1870-1952) y Doña Dolores  Romero y Correa de Lugo (1874-1972).
La trayectoria de Belkis Adrover de Cibrán como artista visual se inició en la década del 30, cuando  concluye sus Estudios Primarios Superiores, y sus estudios de Teoría y Solfeo en el Liceo Musical (1928- 1930) y, posteriormente, obtiene  diploma de Maestra Normal  en la Escuela Normal donde fue discípula de dibujo de Virginia Dubreil (alumna de Abelardo Rodríguez Urdaneta), especializándose años después con el educador chileno Oscar Bustos en el Método ideo-Visual de la Enseñanza de la  Lectura y Escritura (Método Global). A los diez y ocho años fue docente de dibujo en las escuelas República de Chile y República de Argentina. Ya para 1933  Belkis  realiza su Cuaderno de poemas,  ilustrados por ella, el cual permanece aún inédito.

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