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19 de agosto de 2014

Vivencias de Leonel Cabrera

Viví la experiencia de estar frente al muro de los lamentos en Jerusalén, y también la de estar frente al muro de los deudores en Navarrete, mientras iba y venía de la escuela.

Agustín Duran, hombre apacible, flexible y trabajador, tenía uno de los colmados mejor surtidos en la década del 70 en el pueblo; la afluencia de clientes era continua. 

Pero como dice un locutor en la radio de NY, 'lo primero que aprende un dominicano en cualquier idioma es pedir prestado'. 

Así que con don Agustín no fue la excepción en su popular negocio, y para recuperar lo prestado, Andrés su hijo se ingenió un mural en la pared de entre las dos puertas de entrada al negocio y allí colocó la lista con pintura de aceite de los mala-paga, que al verse en tan bochornoso muro acudían rápido a pagar, y así ser removido del cartel de los impenitentes deudores.

Jesús oró: "Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores." Mateo 6:12

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