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20 de agosto de 2014

El Marketing de los sentidos y cómo traducimos en colores las cosas que olemos

Los olores frutales, por ejemplo, fueron asociados de forma generalizada con los colores rojos y rosas mientras que el olor a humedad se relacionó con las paletas de marrones y de naranjas.

Los colores son uno de los elementos que añaden o quitan significado a cualquier mensaje. No es lo mismo usar el color azul que el color rojo. No es lo mismo que un logo sea naranja que emplee el color marrón. El color añade una capa de información a los logos de las empresas y ayuda a que se reconozca rápidamente qué marca son y a qué se dedican. Pero el color también puede modificar las decisiones de compra de los consumidores o hacer que el comprador entienda mejor o peor cómo funciona una tienda online (y sí, la psicología del color también se está ocupando de ello). Pero ¿qué significan los colores en general y es ese significado un universal?
A esas preguntas han intentado responder varios expertos universitarios en un estudio en el que han colaborado las estadounidenses Occidental College y la universidad de Washington, la alemana Instituto Goethe, la holandesa Universidad de Wageningen, la malasia Nottingham Malaysia Campus y la suiza Xperiment. Los expertos han podido así crear una muestra variada en términos culturales, escogiendo a estudiantes de diferentes grupos de procedencias, para comprobar no solo qué veían cuando olían sino también si lo que veían difería de lo que veían los demás.
Cada participante en el estudio recibía unos soportes que al abrirlos desprendían una fragancia. Por supuesto, les dieron un abanico de olores de lo más variado y diferente. Las esencias estaban lejos del perfume comercial y los participantes pudieron oler a quemado, a golosinas, ha pescado, a flores, afrutado, a avellana, a carne, a humedad, a plástico, a arroz, a jabón, a vegetales, a vinagre y a madera. La idea era que los olores que se ofrecían a los participantes fuesen universales, es decir, que todos los miembros del estudio estuviesen familiarizados con ellos a pesar de provenir de culturas diferentes.
Luego, recibían un cartón con muestras de colores para que dijesen con qué color se correspondía cada olor. Las posibilidades eran limitadas y cada cartón de colores permitía escoger entre 32 muestras de colores diferentes, que además había sido ordenada en el soporte de forma aleatoria para no influir en el resultado. Los olores tampoco eran entregados a los participantes siguiendo ninguna pauta, para no corromper igualmente el resultado. Y mientras se realizaba la prueba no se daban instrucciones verbales sobre los colores o los olores, para no condicionar a los participantes y "activar asociaciones semánticas".
¿Qué significa cada color?
Los resultados son bastante interesantes. Los responsables del estudio han demostrado no solo que existen asociaciones entre olores y colores (lo que implica que cada color significa algo para el que lo ve) sino también que esas asociaciones y esos juegos de significados están marcados por la cultura y el entorno en el que se ha educado cada persona. Los resultados del estudio apuntan, como destacan los propios investigadores en las conclusiones del mismo, que no es cierto que los significados de los colores sean elementos estructurales y por tanto universales, sino que están mucho más influidos por los conocimientos semánticos sobre los colores (es decir, lo que se ha ido aprendiendo a lo largo de la vida en una cultura concreta es lo que empuja a un color a tener su significado).
En algunos casos, eso sí, los participantes han mostrado una cierta tendencia a elegir las mismas paletas de colores para ciertos olores. Los olores frutales, por ejemplo, fueron asociados de forma generalizada con los colores rojos y rosas mientras que el olor a humedad se relacionó con las paletas de marrones y de naranjas.
Pero, cuando se va a lo general, los colores cambian de significado según el lugar. El olor frutal, por ejemplo, también es verde para los alemanes y los holandeses, pero no para los estadounidenses que añaden el amarillo a las gamas de rosas. La sopa tiene abanicos de colores de lo más diverso: para los estadounidenses es blanca, gris, verde o azul (y aún tienen unos cuantos más colores ligados a ella) mientras que para los malayos solo puede ser amarilla o azul y para los chinos verdes o negra. El olor a arroz es blanco o amarillo para los holandeses, pero los chinos le dan seis colores diferentes, que incluyen el azul y el marrón.
¿Por qué se crean estas asociaciones entre colores?
Los autores del estudio tienen varias explicaciones. Creen que a la hora de crear significados y de establecer relaciones entran en juego dos elementos. Por una parte está la parte cerebral (lo que ya nos ha dejado claro en alguna ocasión la neurociencia), que hace que el cerebro llegue a esa conclusión después de ver habitualmente que algunos colores son algunos olores. Las frutas rojas o rojizas son habituales y nuestro cerebro guardaría así la relación entre una y otras. Y, por otra parte, está el lenguaje, las construcciones que son habituales en el lenguaje, como por ejemplo "el cielo azul" y que lleva a que se quede grabado como relación inseparable y que afecte a cómo se reacciona ante colores y olores. (PuroMarketing)

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