Llegó un día antes de
la vela de 9 días de doña Mercedes Luna, abuela de mi novia Arelis, esa mañana
de 1980.
Barrió el extenso patio
de la casa en la común de Cañada Bonita, recogió y picó la leña que se usaría
para cocer los alimentos que se serviría a los cientos de personas que se
darían cita allí.
Preparó varios fogones
de piedras y lavó todas las enormes pailas que se usaron antes y después.
Con paciencia de
escarabajo pelotero, recogió los sobrantes de cada plato y el concón de cada
paila, y lo arrojaba en un enorme recipiente cuadrado de metal.
Cuando alguien,
socarronamente le preguntó, ¿Para quién es tanta comida?
Lucio respondió mirando
al cielo: 'Para los pobres'; aunque los que lo conocían apostaban, que era su
costumbre llevársela a casa y pasar varios días comiéndosela por ración.
La Biblia dice:
"Bienaventurado el que piensa en el pobre; en el día malo lo librará
Jehová." Salmo 41:1
No hay comentarios:
Publicar un comentario