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3 de agosto de 2014

A propósito de La Tormenta

Miguel Rone
En mi vida he visto pasar dos tormentas que han dejado recuerdos gratos, tristes y desagradables, estas fueron: Santa Leocadia y Federico.
La que mi abuela llamo Santa Leocadia, fueron siete días de intensas lluvias, era un niño y gozábamos con las crecidas del rio. Veíamos como en Santiago las riadas del rio Yaque se llevaba La Barca, aun con los esfuerzos de los vecinos y usuarios para evitarlo.
Sentí el frio que dejaban las lluvias por tanto tiempo, recuerdo como me tapaban con un saco vacío de azúcar para salir bajo las lluvias a buscar donde vendieran carbón seco. Ir y venir con mi saco de yute mojado desde la cabeza hasta las rodillas estilando el agua que corría sobre mí.
Días que pasábamos hasta hambre por el desabastecimiento de los negocios del vecindario, casi siempre la comida venía a ser; Un pedazo de Cazabe con Mamba y/o unas tajadas de aguacate.
No recuerdo el haber sacado tiempo para el enamoramiento que a diario brindábamos a las jovencitas del barrio. Pero si recuerdo el ambiente miserable que se respira cuando el hambre es colectiva.
La tormenta Federico fue la otra que llega a mi memoria. Esta fue la que siguió al Ciclón David, uno de los que causo mas estragos en el pueblo dominicano. El 4 de septiembre de 1979, cuatro días después, la tormenta Federico remató con seis días seguidos de lluvias, lo que causó inundaciones que terminaron por arrasar gran parte de las plantaciones agrícolas, y provocó la muerte de miles de reses y aves de corral.
Esta tormenta de triste recordación fue la causante de centenares de muertos en la ciudad de Padre Las Casas, cuando el rio se llevó la iglesia de Villa Ocoa, atestada de gente, que desde David se refugiaba allí.
Ya estaba residiendo en Santo Domingo con mi familia, frente al parque Enriquillo y mis parciales políticos me bajaban la orden para ayudar la población de las calamidades provocadas por las lluvias.
No había forma de trabajar, con mujer y dos hijas que mantener, se presentó una situación inesperada y mas para el que trabaja para comer, como todo artesano.
El agua de las lluvias de la tormenta Federico, tenía también su lado romántico, pues el cantar de las aguas cayendo sobre el zinc, le daba color a la vida ya que durante estos seis días que duro, todo era gris, salvo los árboles en las calles, que dejara el Ciclón David.

Luego cuantificar los muertos, eran muchos, mas que en la pasada guerra de abril, los superaba por muchos, sin ser de los evacuados, ni de los perjudicados (aparentemente) por el ciclón o la tormenta Federico, mi familia y yo pasamos muchas necesidades, sin poder decir esta boca es mía, el partido al que pertenecía, Lo Prohibía…

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