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17 de marzo de 2020

A 100 días de la crisis del coronavirus, se requiere una respuesta global


El primer paciente del coronavirus en China dio positivo a principios de diciembre. Cien días después, el nuevo virus está volviendo loco al mundo entero. Sólo con la razón podemos superar la pandemia, dice Dang Yuan.
Coronavirus: una crisis global pocas veces vista.
El fantasma del coronavirus acecha por todo el mundo. Por temor a su propagación, más y más países se están aislando. Todo el mundo tratando de cuidarse. Ya hay 20 países en todo el mundo que han declarado medidas de emergencia o calamidad. Los mercados de valores se derrumban día tras día, y algunos están acaparando alimentos y suministros. Nuestro mundo y la realidad de nuestras vidas se están deformando a una velocidad surreal.
Hay dos preguntas claves: ¿Cómo pudo suceder esto? y ¿qué es lo que está pasando realmente? Una mirada atrás: hace exactamente 100 días, el 8 de diciembre de 2019, se confirmó la primera infección de coronavirus en Wuhan, una metrópoli de China central. El régimen comunista mantuvo durante semanas en secreto la enfermedad viral altamente contagiosa, parecida al SARS, hasta que el gobierno central en Beijing implementó medidas drásticas, prácticamente de la noche a la mañana. Varias megalópolis fueron selladas, se impusieron toques de queda. Todos los vuelos, así como las conexiones por carretera y ferrocarril a la provincia de Hubei permanecen suspendidos desde entonces.
Déjà vu chino
Lo que escuchamos de China hace dos meses, y que en Europa nos pareció desproporcionado, está sucediendo ahora mismo, justo frente a nuestra propia puerta: se están cerrando gradualmente escuelas e instituciones no relevantes para el funcionamiento de la infraestructura. La vida cultural y deportiva ya cesaron. Los productos médicos necesarios, como los trajes protectores y las mascarillas, también están escaseando en Alemania. Y hemos aprendido de lo que está pasando en China: las restricciones se están volviendo aún más estrictas.
Algunos virólogos dicen que el nuevo SARS-CoV-2 no es más peligroso que la ola anual de gripe. Pero la comunidad mundial es mucho más sensible a este patógeno potencialmente mortal. ¿Es porque el primer caso se detectó en la China comunista y su génesis está llena de interrogantes? ¿O porque es algo nuevo y desconocido y la ignorancia genera miedo?
Globalización irreversible
Vivimos en un mundo completamente diferente al de hace una generación. La dependencia interestatal e interpersonal aumenta constantemente, a pesar de la distancia geográfica. Lo llamamos interdependencia, o simplemente globalización. Esta tendencia es irreversible. La gente ahora puede llegar a todos los rincones del mundo en 24 horas, y con ella, las bacterias y virus que no queremos.
La pandemia del coronavirus requiere de una respuesta mundial. El intercambio de información y las medidas de protección deben coordinarse internacionalmente y concebirse como si provinieran de una sola fuente con el fin de obtener los efectos esperados. Aquellos que actúan en solitario, y solo para beneficio propio fracasarán.
La renuncia como virtud
Culpar al responsable del desastre no ayuda en la lucha contra la epidemia. Como tampoco sirve ensañarse con el culpable de la recesión económica que será inminente. Este es el momento de que cada uno asuma su propia responsabilidad social para no poner en peligro el bien común. La renuncia es también una virtud necesaria en estos días, para que la normalidad pueda ser restaurada lo antes posible.
En este momento crítico, todos los humanos juntos estamos siendo desafiados. Debemos unirnos, evitar contactos sociales innecesarios y seguir lavándonos las manos regularmente. Sólo de esta manera podemos lograr acortar la duración de las restricciones. Los virus mutan para sobrevivir. El homo sapiens puede ser muy superior después de la evolución, pero su genética permanece constante. Si salimos victoriosos de esta enfermedad, es gracias a nuestras defensas físicas, y a nuestra razón.
 (jov/cp)
Deutsche Welle es la emisora internacional de Alemania y produce periodismo independiente en 30 idiomas.

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