El primer paciente del coronavirus en China dio positivo
a principios de diciembre. Cien días después, el nuevo virus está volviendo
loco al mundo entero. Sólo con la razón podemos superar la pandemia, dice Dang
Yuan.
Coronavirus: una
crisis global pocas veces vista.
El fantasma del coronavirus acecha por todo el mundo. Por
temor a su propagación, más y más países se están aislando. Todo el mundo
tratando de cuidarse. Ya hay 20 países en todo el mundo que han declarado
medidas de emergencia o calamidad. Los mercados de valores se derrumban día
tras día, y algunos están acaparando alimentos y suministros. Nuestro mundo y
la realidad de nuestras vidas se están deformando a una velocidad surreal.
Hay dos preguntas claves: ¿Cómo pudo suceder esto? y ¿qué
es lo que está pasando realmente? Una mirada atrás: hace exactamente 100 días,
el 8 de diciembre de 2019, se confirmó la primera infección de coronavirus en
Wuhan, una metrópoli de China central. El régimen comunista mantuvo durante
semanas en secreto la enfermedad viral altamente contagiosa, parecida al SARS,
hasta que el gobierno central en Beijing implementó medidas drásticas,
prácticamente de la noche a la mañana. Varias megalópolis fueron selladas, se impusieron
toques de queda. Todos los vuelos, así como las conexiones por carretera y
ferrocarril a la provincia de Hubei permanecen suspendidos desde entonces.
Déjà vu chino
Lo que escuchamos de China hace dos meses, y que en
Europa nos pareció desproporcionado, está sucediendo ahora mismo, justo frente
a nuestra propia puerta: se están cerrando gradualmente escuelas e
instituciones no relevantes para el funcionamiento de la infraestructura. La
vida cultural y deportiva ya cesaron. Los productos médicos necesarios, como
los trajes protectores y las mascarillas, también están escaseando en Alemania.
Y hemos aprendido de lo que está pasando en China: las restricciones se están
volviendo aún más estrictas.
Algunos virólogos dicen que el nuevo SARS-CoV-2 no es más
peligroso que la ola anual de gripe. Pero la comunidad mundial es mucho más
sensible a este patógeno potencialmente mortal. ¿Es porque el primer caso se
detectó en la China comunista y su génesis está llena de interrogantes? ¿O
porque es algo nuevo y desconocido y la ignorancia genera miedo?
Globalización
irreversible
Vivimos en un mundo completamente diferente al de hace
una generación. La dependencia interestatal e interpersonal aumenta
constantemente, a pesar de la distancia geográfica. Lo llamamos
interdependencia, o simplemente globalización. Esta tendencia es irreversible.
La gente ahora puede llegar a todos los rincones del mundo en 24 horas, y con
ella, las bacterias y virus que no queremos.
La pandemia del coronavirus requiere de una respuesta
mundial. El intercambio de información y las medidas de protección deben
coordinarse internacionalmente y concebirse como si provinieran de una sola
fuente con el fin de obtener los efectos esperados. Aquellos que actúan en
solitario, y solo para beneficio propio fracasarán.
La renuncia como
virtud
Culpar al responsable del desastre no ayuda en la lucha
contra la epidemia. Como tampoco sirve ensañarse con el culpable de la recesión
económica que será inminente. Este es el momento de que cada uno asuma su
propia responsabilidad social para no poner en peligro el bien común. La
renuncia es también una virtud necesaria en estos días, para que la normalidad
pueda ser restaurada lo antes posible.
En este momento crítico, todos los humanos juntos estamos
siendo desafiados. Debemos unirnos, evitar contactos sociales innecesarios y
seguir lavándonos las manos regularmente. Sólo de esta manera podemos lograr
acortar la duración de las restricciones. Los virus mutan para sobrevivir. El
homo sapiens puede ser muy superior después de la evolución, pero su genética
permanece constante. Si salimos victoriosos de esta enfermedad, es gracias a
nuestras defensas físicas, y a nuestra razón.
(jov/cp)
Deutsche Welle es la emisora internacional de Alemania y
produce periodismo independiente en 30 idiomas.
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