Recopilado por Milenita Altagracia Ruiz
Ramón Matias Mella |
Nació
el 25 de febrero de 1816, en una calle denominada de la luna de la amurallada
ciudad de Santo Domingo, en la actualidad esta calle ostenta el nombre de
Sánchez, y la casa no. 64, fruto de la unión matrimonial de Antonio Mella Álvarez
y Francisca Castillo Álvarez. Mella tuvo dos hermanos: Idelfonso & Manuela
Mella del Castillo.
No
existe documentación informativa sobre los centros donde cursó sus estudios
durante las dos primeras décadas de su existencia pero, lo cierto es que llegó
a poseer una amplia instrucción que lo capacitó para el desempeño de muchos
menesteres. Contrajo matrimonio con María Josefa de Brea, perteneciente a una
familia burguesa importante, aunque ninguno de los dos aportó grandes bienes al
matrimonio, según hace constar en el testamento fechado 5 de mayo de 1859. Fue
ya casado, cuando al parecer adquirió sus bienes y propiedades, parte de ellos
por vía hereditaria tras el fallecimiento de su padre en febrero de 1837.
A
su clara inteligencia y una admirable organización mental, unía un intrépido
carácter, osado y valeroso, una particular intuición para la estrategia bélica,
y dotes diplomáticas. Dominaba el francés.
Cuando
Ramón Mella tenía 20 años de edad contrajo matrimonio con la Joven María Josefa
Brea con quien procreó cuatro hijos, a saber: Ramón, Idelfonso, América y
Antonio Nicanor (Este último estableció residencia en Cuba, en donde se casó y
procreó un hijo llamado Julio Antonio Mella, quien sería un destacado Líder
estudiantil, y uno de los fundadores del partido comunista cubano, murió
asesinado en México, en 1929, por órdenes del dictador Gerardo Machado, a quien
combatió).
Entre
los testigo de la boda de Mella y Josefa Brea, figuró Juan Isidro Pérez, el
ilustre loco, lo cual ha permitido conjurar que fue por medio de este íntimo
amigo que Mella conoció posteriormente los planes de Duarte. Para el año 1936,
Mella residía en la común de San Cristóbal donde se dedicaba al corte de
maderas, una de las actividades económicas más florecientes de la época.
No
se sabe tampoco cuando conoció a Juan Pablo Duarte pero, fundada la Sociedad
Secreta "La Trinitaria", se adhirió a ella en calidad de
"comunicado”, junto a Francisco del Rosario Sánchez y Félix María Del
Monte. Duarte vio en Mella un discípulo de condiciones excepcionales y lo
designó para substituir a Juan Nepomuceno Ravelo cuando éste fracasó en las
gestiones que le encomendara, de llegar a un acuerdo con los dirigentes
haitianos cuando se organizaba el movimiento de la Reforma (paso previo para
alcanzar la independencia). Mella alcanzó un éxito total.
Al
estallar la rebelión independentista la noche del 27 de febrero de 1844, Mella
dispara su famoso trabucazo en la Puerta de la Misericordia, partiendo desde
allí los conjurados hacia la Puerta del Conde, donde es proclamada la República
e izada la Bandera Dominicana.
Cuando
el general Pedro Santana en sus afanes colonialistas desata la persecución a
los seguidores del ideario Duartiano, Mella es apresado y desterrado. Volvió al
país en 1848 amparado por la Amnistía decretada por el Presidente Manuel
Jiménez. Cuando Faustino Soulouque invade el país, Mella se incorporó al Ejército,
destacándose en la famosa Batalla de Las Carreras, tras la cual hace las paces
con Santana, a pesar de que lo había apresado y deportado anteriormente. Por un
tiempo Mella pareció olvidarse de los ideales duartianos y desempeñó varios
cargos entre los cuales se encontró la presentación a España de la alternativa
entre el protectorado del país o el reconocimiento de su independencia. Sin
embargo, arrepentido de su actuación, cuando en 1860 tiene noticias de los
planes de Santana para proponer la anexión de la República a España se disgustó
con él, oponiéndose rotundamente al proyecto, siendo nuevamente encarcelado y
72 días más tarde deportado una vez más.
Días
antes de desatarse la epopeya Restauradora retorna a Santo Domingo, sumamente
enfermo, razón por la cual se le permitió desembarcar y tan pronto se dio el
grito de Capotillo, partió hacia San Francisco de Macorís para integrarse a las
luchas del pueblo en armas. El 17 de marzo de 1864 fue electo Vicepresidente de
la República, ya en las proximidades de su muerte que habría de producirse el 4
de junio de ese año en la ciudad de Santiago, semidestruida por un incendio.
Antes de morir tuvo la alegría de abrazar a Duarte nuevamente, su viejo
maestro, cuyas prédicas había vuelto a obedecer. Pidió que lo enterraran
envuelto en la Bandera Nacional y, así se hizo.
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