Redacción El Caribe
Y se acrecienta en la
gente el escepticismo acerca de cuánto ha calado entre sus miembros lo que el
presidente Abinader define con orgullo como la más profunda transformación y
reforma de esa fuerza.
Pero la realidad se
está encargando de demostrar que el éxito del proceso no dependerá de la
voluntad del mandatario, pese a que ha mostrado determinación para llevarlo a
cabo.
Con los aportes del
grupo de trabajo creado en la fase inicial de la encomienda, surgieron voces
desde distintos litorales que anunciaban que se había arribado a un punto sin
retorno, y que solo faltaría dar continuidad en el tiempo a los planes
elaborados. Sin embargo, con cada hecho como la muerte del niño Donelly, esos
cambios parecen retornar a cero.
No necesariamente es
así, aunque el dolor por tantos hechos escandalosos en su seno sugieran lo
contrario y se nos presente una institución antítesis de la reforma que se
promociona, con la formación de un policía que reniegue del esquema de los
excesos y que no accione en contra de la ciudadanía.
No es una excusa de
nuestra parte, pero en la actual policía se han producido cambios positivos.
Ponderarla a partir
del bochornoso comportamiento de un grupo de sus agentes el domingo en
Santiago, sería una generalización que no ayuda a comprender que es un
conglomerado masivo, con tantas desviaciones como las hay en la sociedad a la
que pertenecen.
Beneficiaría más que
se apueste siempre por los agentes correctos, que son mayoría, y se avance en
la construcción de un modelo de policía diferente.
La mejor manera de
extraer enseñanzas positivas de un hecho despreciable como el asesinato de
Donelly, es no desperdiciar oportunidad, por negativa que fuere, para “golpear”
donde sea necesario en busca de una real reforma institucional, operativa y
funcional de la llamada institución del orden público.
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