18 de enero de 2016

Los cambios de las épocas...

Por Rafael Torres

Hace algún tiempo leí, no recuerdo dónde, que al anuncio de la construcción del primer puente sobre el río Ozama, que uniría a Villa Duarte con la parte Oeste de Santo Domingo, alguien escribió en un periódico de la época: ¿Y ahora, de qué vivirán los pobres yoleros? Se refería a los yoleros que a golpe de remos cruzaban el río transportando cargas diversas y pasajeros; a estos últimos se les cobraba dos o tres centavos.

Cuando comenzaron a dar servicio los populares "carros de concho", fue publicada una dé cima con el título "Se jodieron los cocheros". Años mas tarde eso mismo se dijo en La Romana, cuando comenzaron las guagüitas de concho a dar servicio a 5 centavos por persona. "Se jodieron los cocheros".

Eso fue a principios de los 60s. Igual sucedió cuando el Central Romana instaló el sistema de embarque de azúcar al granel: "Se jodieron los muelleros". Al transportar la caña de azúcar en los bateyes sustituyendo carretas de bueyes por modernos vehículos de gasoil, "se jodieron los carreteros".

Y es amigos, que el paso del tiempo trae transformaciones. Antes, dos hombres a golpe de hacha se tomaban horas y horas para talar un árbol; hoy un solo hombre con una sierra eléctrica de toma apenas unos minutos. Así, al paso del tiempo, los trillos en los campos han pasado a ser caminos vecinales; los caminos carreteros fueron convertidos en carreteras y éstas fueron asfaltadas; hoy en día esas carreteras han pasado a ser las modernas autopistas y/o autovías que nos llevan más rápido y seguros de una ciudad a otra.

En las ciudades hay avenidas más amplias, edificios de apartamentos que alojan decenas de familias, sustituyendo a barriadas antiguas. El carbonero y el burro fueron suplantados por un motoconcho y un tanque de gas propano atrás.

El telégrafo dio paso al teléfono, el radio eléctrico al de transistores, la televisión no necesita antena que también el radio la precisaba. Hoy hay cable en millones de hogares, lo cual 50 años atrás era inimaginable. El trapo de colar café es pieza de museo, llegó la greca; ya nuestras pobres mujeres no tienen los nudillos pelados gracias a la lavadora eléctrica y quien no la tiene la alquila.

Hay modernos autobuses para el transporte público a todas partes. Hay en la capital hasta un Metro, cuyas redes han sido extendidas y seguirán. Pero tanto ayer como hoy hay quienes se oponen a las transformaciones que demandan los nuevos tiempos.

Tal y cual hoy son objeto de burla quienes ayer se oponían a la construcción de un puente, así lo serán en el futuro, no muy lejano, quienes se oponen a los cambios y transformaciones que demandan el presente y futuro.


El progreso y la modernización no los detiene nada ni nadie. No es lo mismo cruzar el río por un puente como hacerlo en una yola, como tampoco es lo mismo ir a la capital en un caballo que en una jeepeta.

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