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29 de enero de 2016

Voces y ecos: Faltan obispos

RAFAEL PERALTA ROMERO
rafaelperaltar@gmail.com

La sustitución de monseñor Nicolás de Jesús López Rodríguez   como arzobispo metropolitano de Santo Domingo  está  significando  un tormento para la  Iglesia. No se ve cuál de los actuales  prelados  podría asumir a plenitud  la delicada función pastoral. López Rodríguez  cumplirá 80 años en octubre y ya su renuncia fue aceptada por el Papa.

Es notoria la carencia de líderes religiosos. Lo conveniente y prudente sería   el traslado de un obispo  que ha acumulado experiencia en otro territorio, pues ni pensar  que un presbítero  sea elevado a la dignidad episcopal para ser nombrado en ese puesto. Hacia dentro de la Iglesia se lamenta las deficiencias en la formación de los sacerdotes.

De los obispos auxiliares, tres en total, dos  están a punto del retiro: Amancio Escapa y Valentín Reynoso. El  más joven, monseñor Víctor Masalles, 55 años parece estar negado a asumir el gobierno de una diócesis. Dicen que dejó huellas en su ánimo la insatisfacción del cardenal López por su gestión en la  venta del  terreno de la Iglesia en la avenida  Núñez de Cáceres.

Las iglesias de  Barahona y La Vega   son dirigidas por prelados  de reciente ordenación, Andrés Napoleón Romero y Héctor Rafael Rodríguez, respetivamente. Monseñor Freddy Bretón,   aunque es obispo de experiencia y talento está recién designado al frente del arzobispado metropolitano de Santiago. No luce que lo vayan a mover.

Gregorio Nicanor Peña, escogido hace poco presidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano, se ha movido en el escenario nacional, como quien se ofrece al sacrificio de servir desde el arzobispado. Tiene en su contra la frialdad para con él de López Rodríguez, cuya vigencia ante el Papa no ha caducado. También lo desfavorece  la edad.

Monseñor Peña  cumplirá en marzo 74 años, por lo que en 2017 se coloca en la edad reglamentaria para la  encarecida renuncia de los obispos. Su designación  como arzobispo metropolitano  de Santo Domingo se justificaría  como un  “gobierno  de transición”, después del largo ejercicio  pastoral de monseñor López Rodríguez.

 Lo mismo va para José Dolores Grullón,  nacido  como Peña en 1942. Quizá pocos piensen en los obispos Francisco  Ozoria (San Pedro), Diómedes Espinal (Mao-Montecristi) y Julio César Corniel (Puerto Plata)  para un traslado a Santo Domingo. Por razones de edad ocurre  eso, además,  con Fausto  Mejía, de San Francisco de Macorís,  quien  cumplió los 75.

Un conocedor de asuntos eclesiásticos  comentó a esta columna que dada la escasez de líderes religiosos hay que contar  con los nuevos pelados: Rodríguez (La Vega) y Romero (Barahona) para llenar ese vacío. Esa opinión   estimula la apreciación  de que es preciso un arzobispo transitorio en lo que madura el que ha de venir. 

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