Bethania Guilamo R
Foto del Internet, el retratista Miguel Núnez, pintando
a Juan Pablo Duarte.
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Somos la generación de dominicanos que tuvo más oportunidades y conocimientos que ninguna otra. Tuvimos la oportunidad de estudiar o tener algún tipo de trabajo o negocio. Hemos vivido en un mundo globalizado, conociendo otras culturas, y hemos disfrutado de la revolución tecnológica.
Sin embargo, algo pasó, porque el resultado está siendo desastrozo.
Hemos sido indolentes y prepotentes con nuestro país, al punto de amenazar su democracia, que con tanto empeño, dolor y desvelo se ha construido.
El ejercicio de la vida política en Republica Dominicana, se ha convertido en un vulgar cambalache, donde no hay ideales, ni valores y todos los partidos políticos hacen lo mismo.
Un negocio, donde gente que con todo el poder, esta haciendo lo que le da la gana, sin ningún tipo de escrúpulos. Por la avaricia de tener, hemos perdido el rumbo del honor y los valores, para perseguir con ansias ilimitadas el poder y el dinero, cueste lo que cueste.
Con todo esto, hemos enseñado a nuestros hijos, que lo que importa es el dinero y el poder, que los eventos son circunstanciales y que todo se vale, aún si se vende nuestra forma de pensar, si se roba, se cambia la Constitución, y se habla mentira, a conveniencia.
Pasaremos a la historia, como aquella generación de dominicanos, que tuvo más oportunidades que ninguna otra de hacer un mejor país, pero no lo hizo, porque perdió su rumbo y desvirtuó su honor detrás de la codicia.
Es la herencia que estamos dejándoles a nuestros hijos, y que quedará registrada en nuestra historia moral. Ese será nuestro legado. Somos esa generación, no la que algún día Juan Pablo Duarte soñó.
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