Parecía una escena de un cuadro de Vadim Zaritsky en una obra de Van Gogh: Mariposas multicolores, príncipes (aunque sin el caballo blanco).
Comenzaron a llegar y a llenar el espacio del 1095 10th Ave. NYC, grandes, pequeños; personas de singular belleza y especial donaire. La alegría de un reencuentro soñado y tanto deseado se hacía realidad ese día, y quiso la naturaleza hacerse cómplice deteniendo sus abrazos de hielos por otros más cálidos.
Y bajo ese manto de calor y ternura, los hijos de Navarrete se dieron ayer los abrazos contenidos por 15, 20 y hasta 30 años de ausencia y olvido. Y llenaron las paredes, el aire, el oído y el corazón de miles y agradables historias con sonrisas difícil de olvidar.
La Biblia dice: "Y no podía distinguir el pueblo el clamor de los gritos de alegría de la voz del lloro; porque clamaba el pueblo con gran júbilo, y se oía el ruido hasta de lejos." Esdras 3:13
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