Los villancicos llegaban al cielo y a todo el barrio detrás de la Mella, los acordes del bandoneon tocado con maestría por el pastor Rubén Del Villar, ese sábado 28 de diciembre de 1974, convocaron a gran parte del vecindario a la humilde vivienda de Ramón y Efigenia Castillo.
El carismático Tomás Cabrera, dirigía con gracia y cierto donaire las alabanzas, mientras que un grupo de alborozados jóvenes le acompañaban con palmadas y voces cargadas de energías.
Tomás, inspirado, aprovecha una pausa para decir: "Señor Todopoderoso, en esta noche especial, permite que la casa del hermano Ramón 'Batidores'..."
No pudo concluir su pensamiento, pues desde la cocina se vio un chispazo que emitió el machete del levantisco Ramón, al ser frotado con violencia contra la pared de hojas de latas viejas, acompañado de un grito de guerra: "Yo le vuelo el pescuezo a ese cojo."
El pobre Tomás, regresó a la iglesia dos semanas después con el juramento que nunca más mencionaría el apodo del hermano, Ramón Castillo.
La Biblia dice: "Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis como debéis responder a cada uno." Colosenses 4:6
No hay comentarios:
Publicar un comentario