Creación. Manuel Nina Cisneros crea en sus obras
un mundo mágico, maravilloso, seductor y placen-
tero.
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El mundo mágico, real maravilloso, seductor y placentero de Manuel Nina Cisneros, el zahorí de la figuración fantástica, es un hijo legítimo de República Dominicana, país de reconocida magicidad, es, sin duda, un acicate para nutrir la propuesta formal, cromática y compositiva del artista nativo, quien atrapa en cada pálpito de su propuesta visual el sumum de una formidable alegoría, pletórica de metáforas donde moran los duendes y gnomos, las cazadoras de estrellas, de centauros y unicornios, caballitos de mar, luciérnagas, viajeros intergalácticos, ciclistas atemporales, nubes protagónicas, globos mensajeros de paz, sillas, sembradoras, sembradores de quimeras, plantas, abejas luminosas, globos aerostáticos, hombre visionarios, perros, enardecidos, planetas y arboles misterios, tren de buen augurio, visitantes intrépidos de los cielos, surcados de horizontes, búhos vigilantes del misterio, toda una constelación de pájaros y perros intrépidos, y una luna curiosa y omnipresente que riela plateada por lugares ignotos, de barcos de nubes sosteniendo las fútiles ilusiones.
Opinión
Finalizamos con las palabras certeras de la historiadora de arte Gabriela Farh-Becker, cuando expresó una opinión que resulta premonitoria al analizar la obra de Nina Cisneros: “Sólo el tiempo tiene capacidad de legitimar una actitud que sea verdaderamente fundacional en los dominios del arte”.
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