México.- La trágica noche del
26 de septiembre en la que desaparecieron 43 estudiantes algo en México cambió:
dos meses después, la indignación no cede en las calles y el gobierno se ve obligado
a dar un golpe de timón para enfrentar la impunidad y corrupción.
El presidente Enrique Peña
Nieto, en su peor crisis en dos años en el poder, anunciará el jueves reformas
en la justicia y la creación de una policía única que controle a las policías
municipales, infiltradas por el crimen organizado.
El gobierno deberá tomar
“acciones de fondo y que van a convocar a un esfuerzo colectivo, del Congreso,
de la sociedad, de su participación para encontrar la mejor ruta” que evite que
se repitan episodios dramáticos como el de los estudiantes, adelantó este
martes Peña Nieto.
El plan establecerá filtros
para detectar funcionarios en el crimen organizado y reformas legales
anticorrupción, que han estado durmiendo en el Congreso.
“Veremos qué profundidad tendrán
esas medidas. Hasta ahora el presidente no ha tenido una respuesta coherente a
la crisis” y tiene que “ocuparse de lo que no había atendido: la corrupción y
la violencia”, declaró a AFP el experto en seguridad Alejandro Hope.
La desaparición de los
estudiantes de la escuela de maestros de Ayotzinapa desnudó la colusión de
autoridades y narcotráfico. Los jóvenes fueron atacados a tiros en Iguala, en
el sureño estado de Guerrero, por policías corruptos bajo órdenes del alcalde
vinculado con el cartel Guerreros Unidos.
Según las autoridades, tres
sicarios detenidos confesaron que los policías se los entregaron, que los
mataron y quemaron en una hoguera que ardió por 15 horas, y lanzaron a un río
los restos calcinados y triturados.
México aún no se repone de esa
noche de horror. “Marcó un despertar civil. La clase política está en
entredicho, pero el país se topó de frente con la cruda realidad que muchos no
querían ver”, opinó Jorge Hernández, analista de la Universidad Nacional
Autónoma de México.
La noche de este martes, el
líder histórico y fundador del izquierdista Partido de la Revolución
Democrática (PRD) de México, Cuauhtémoc Cárdenas, renunció al partido, en su
peor crisis desde su fundación en 1989 al estar seriamente cuestionado porque
el alcalde de Iguala y gobernador de Guerrero fueron postulados por ese
partido.
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