"Si mamá no está bien, la familia tampoco": por qué el autocuidado no es egoísmoMuchas mujeres sacrifican su bienestar al poner las necesidades de los demás antes que las suyas, sin darse cuenta de que, si mamá no está bien, el equilibrio de toda la familia se ve afectado
Laura Ortiz Güichardo Diario Libre
Muchas mujeres sacrifican su bienestar
al poner las necesidades de los demás antes que las suyas, sin darse cuenta de
que, si mamá no está bien, el equilibrio de toda la familia se ve afectado.
"La idea de que ser ´buena madre´
implica entregarse por completo a la familia, incluso si eso significa ignorar
sus propias necesidades físicas, emocionales o mentales, está tan normalizada
que muchas mujeres la asumen como parte natural de su identidad".
Así lo explica Natasha Díaz Pereyra,
terapeuta familiar y de pareja de @mentalmenterd, quien sostiene que esta
conducta es el resultado de roles de género tradicionales, que enseñan a las
niñas desde temprana edad a cuidar, sostener y posponer sus propias
necesidades.
En países como República Dominicana,
donde la maternidad se asocia con la abnegación total, estas ideas se
intensifican.
El resultado de esas creencias es una
sobrecarga emocional que se acumula silenciosamente y puede manifestarse como
ansiedad, depresión, irritabilidad, desconexión emocional e incluso
enfermedades físicas, advierte. El autocuidado, entonces, se convierte en algo
urgente.
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"Por eso es tan importante
visibilizar esta realidad y promover un cambio cultural que permita cuestionar
estos mandatos, reconocer que el cuidado también debe incluirse a sí mismas, y
que el bienestar de la madre es esencial para el equilibrio de toda la
familia", refiere.
El impacto en la familia
El bienestar de la madre es clave,
porque su salud mental influye directamente en la de sus hijos y su pareja.
"Cuando una madre está
emocionalmente regulada, es decir, cuando puede reconocer, comprender y manejar
sus emociones, tiene más recursos para actuar con paciencia, empatía y
contención", indica la profesional.
Esto se traduce en un ambiente más
estable y seguro emocionalmente para sus hijos, quienes perciben a su madre
como una figura de apoyo constante, lo que fortalece su desarrollo emocional,
su conducta y su autoestima.
Por el contrario, cuando una madre
está agotada, estresada o emocionalmente desconectada, es común ver efectos
negativos en sus hijos: problemas de atención, irritabilidad, retraimiento o
conductas desafiantes. Y en la relación de pareja, el agotamiento emocional
puede traducirse en menos energía, menos tolerancia al conflicto y más
distancia.
"Si no se reconocen estos
factores, se puede caer fácilmente en reproches mutuos o en dinámicas poco
saludables", asegura.
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