3 de abril de 2014

Revelaciones sobre un fraude electoral

Rafael Peralta Romero
rafaelperaltar@gmail.com
Rafael Peralta Romero
En el proceso electoral de 1994,  el doctor José Francisco Peña Gómez, candidato del Partido Revolucionario Dominicano, fue víctima de un fraude que  le impidió  ser declarado ganador de las elecciones. Peña Gómez temía esa situación y se lo había declarado  diez días antes a monseñor Agripino Núñez.
 Desde la mañana de ese 16 de mayo, se vio  que muchos votantes no aparecían en el padrón usado en los colegios electorales, no obstante indicarlo su documento de identidad. Observadores de la OEA  comprobaron que el 74 por ciento de los  excluidos  simpatizaban por  el candidato  del PRD.
En  facebook he leído una crónica firmada por el dirigente reformista  Humberto Salazar, apoyada por su fotografía,  en la que cuenta desembozadamente  cómo ocurrió el fraude,  cuya idea y ejecución atribuye al señor Federico Antún, actual presidente del Partido Reformista Social Cristiano, beneficiario de la afrentosa  operación.
El señor Salazar menciona a Antún como el “gallero”, a Peña Gómez llama  “el moreno”, a Leonardo Matos Berrido el “pelotero”, a Fernando Álvarez Bogaert, candidato a la vicepresidencia con Peña, lo llama “el hombre de Mao”, y al doctor Joaquín Balaguer  lo cita como “el viejo”. Lamento  publicar  solo un segmento:
“Junto con un grupo de personas de ¨confianza¨, que después se demostró que no lo eran tanto, el ¨gallero¨ y el ¨pelotero¨ decidieron localizar uno a uno a los que pertenecían al equipo del ¨moreno¨, señalarlos en el padrón de electores y fabricar una lista con esa enorme cantidad de personas.
Entregaron a los partidos que concurrían al proceso el padrón contentivo de todos los nombres, pero dos días antes cerraron el centro de cómputos de la JCE para excluir a esos miles de electores.
“De modo que cuando se abrieron las mesas electorales a las 6 de la mañana de aquel 16 de Mayo, habían dos padrones; uno que tenían los delegados de los partidos con el 100% de los electores y otro en manos de los presidentes y secretarios, que era el oficial, donde habían miles de excluidos, casi todos del partido del ¨moreno¨.
 “En el amanecer del 17, con el conteo de votos suspendido y en medio de una crisis nacional, ya todos sabían lo que había pasado y la forma en que ocurrieron los hechos.  Quien llevó a la JCE los programas contentivos del fraude para hacer el cambio, fue una pareja de ayudantes del ¨gallero¨: ¨el discípulo incrédulo¨ y su carnal ¨el nefrítico¨.

Hasta aquí cito a Humberto  Salazar. Quizá sea llover sobre mojado, pero ojalá  algún periódico se interesara en divulgar completo su documento. Ayuda mucho para calibrar el  nivel  de desfachatez de algunos políticos dominicanos.

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