El Cañero

17 de abril de 2021

José Ignacio Morales, (EPD), El Artístico, fue recordado en La Romana como noble ejemplo

 José Rafael Paula Sosa

No se trataba de rituales. Estaban unidos en esa misa, el recuerdo, el homenaje, las palabras y los silencios

La familia de Jose Ignacio Morales en la misa oficiada con motivo del 
primer ano de su partida

LA ROMANA. Esta comunidad detuvo el pasado miércoles 14 de abril, sus prisas y cotidianidades programadas, para honrar la memoria de José Ignacio Morales (El Artístico), recordar la vida plena de arte escultórico, generoso de ideal social y el ejemplo de trabajo en favor de la juventud trabajadora. Todo se hizo una eucaristía en la Parroquia San Antonio de Padua en el sector Buena Vista Norte de esta ciudad de La Romana, iniciada a las 4 de la tarde y que fue oficiada por el reverendo padre Víctor García asistido por el párroco Cristian Mercedes. El acto fue de recuerdo y justicia a un hombre al que se le recuerda con la sola admiración de su escultórica en metal.

El acto religioso fue más que un ritual convenido porque una fecha tan taxativa como el primer año de su partida, lo determinaba. En el templo, la cúpula de los funcionarios municipales y gubernamentales, tanto civiles como militares. Todos en un mismo rictus de homenaje a un hombre que nos dejó a todos sin palabras por la inesperada forma en que se fue. No. No se trataba de rituales. Eran unidos, en un solo acto de fe, el recuerdo, el homenaje, las palabras y los silencios.

Fue la oportunidad para reunir mucha gente buena en torno a la obra de un ser noble. Uno que dejó a quienes han quedado en esta vida, tantos desafíos y tantas marcas por superar en entrega, servicio, amor a los demás y fe en el destino dominicano, además de la creencia total en el potencial de la juventud trabajadora.

Hilda Peguero su amiga y compañera de boleta, expresó lo importante que fue José Ignacio tanto para la comunidad eclesiástica, como para la sociedad.

Paola Reyes, secretaria general de Adompretur filial La Romana-Bayahibe, expresó unas palabras a nombre de la institución ya que José Ignacio fue un gran colaborador de la institución. La joven comunicadora leyó el mensaje en nombre de ADOMPRETUR.

Yaida Morales agradeció por el apoyo que le han brindado desde el primer momento que su padre cayó enfermo y dijo que su fallecimiento fue el duro golpe como no podían imaginarlo y que siempre fue un inspirador para su familia. Destaco que la grandeza social y humana de su obra, ha sido el factor que les ha proporcionado el mejor consuelo.

Indira Morales, hija, habló de que lloró de lejos, agradeció todo lo que lo han apoyado y han hecho por ellos, le tocó llorar de lejos porque estaba fuera del país y no se le permitió ingresar al país por la situación de COVID que había en ese momento, pero les queda el legado del buen padre y gran ser humano que fue. Luego de la eucaristía asistieron al cementerio.

Aida viuda Morales, conteniendo, comprensiblemente las lágrimas, vivió el momento como quien vive el orgullo por la consistencia de la vida que se recordaba con la misa.

Ricardo Bello, su mejor amigo y principal apoyo social en las muchas jornadas que protagonizó El Artístico en La Romana, dijo: “Tomando palabras del pensamiento del Papa Francisco, José Ignacio fue un pecador; como todos nosotros: "El pueblo de Dios, pecador, pero no corrupto, pecador que sabe pedir perdón, pecador que busca la salvación en Jesucristo" termina la cita.

En su última batalla social quienes le acompañamos, hicimos el ejercicio de buscar los defectos por los que se le pudiera atacar.

Uno de los defectos de El Artístico fue la humildad, era tan humilde que molesta a los soberbios.

Otro defecto de José Ignacio fue la generosidad, tan generoso, que cabreaba a los avariciosos.

Otro de sus defectos fue la laboriosidad, fue tan trabajador que afecta a los perezosos.

Sin Números de defectos, como el desprendimiento que enconaba a los egoístas. Los merecimientos que le dio el mundo, mortificaban a los envidiosos.

Y el peor de los defectos de El Artístico fue ser tan maestro tan maestro que vencía a la ignorancia.

Pero cosas de la vida, fue tan humano que lo venció la tristeza. Por esos defectos, que fueron sus virtudes aun “Yo creo en él”.

“Para hablar de los muertos, de quienes nos han dejado marcando de dolor nuestras almas por su partida, impone siempre reflexionar en positivo, sobre las virtudes y cualidades y dones de los que ya no están, aun cuando hayan tenido errores y deficiencias en su vida.

Es una especie de estilística discursiva aceptada por todo el mundo, que parte de la idea establecida, comedida y lógica, de refiere al concepto de que, de una persona fallecida, no se debe hablar mal nunca.

José Ignacio Morales, en tanto ser humano, pudo haber tenido errores o fallas a lo largo de su vida, pero si algo queda claro es la firmeza con que se trazó poner su vida, su taller y sus proyectos al servicio de la juventud qué más necesita de apoyo mediante la capacitación para el trabajo, y de haber apoyado, toda su vida, las causas sociales y comunitarias que se pusieron en su conocimiento y ante su accionar.

A quien recordamos hoy con el sagrado acto de la eucaristía, es a alguien que nos mostró el valor práctico del ideal de bondad y entrega. Uno que no veía, primero que nada, que podría ganar o cómo se beneficiaría, en cada proyecto que se le presentaba.

José Ignacio fue un precursor del amor y el servicio en su expresión más alta y más pura. Y no lo entendimos a tiempo.

Lo fue, muy a pesar de que muchos no se hicieron conscientes de lo que representaba su aliento y su trabajo por esta comunidad.

Los hombres como José Ignacio no mueren. Solo se dejan de ver. Pero su impronta nace cada día cada buena acción que alguien haga por otra persona, por cada buen proyecto que se encamine a mejorar la vida de una comunidad, la vida de un país, la existencia de un planeta.

José Ignacio sigue con nosotros, aun cuando ya no vemos el brillo de amor y servicio que se aposentaban en su mirada, el dejo de bondad en su gesto de atención y la disciplina de arte que sabía poner a cada una de sus obras”.

El ya no está. Pero sigue aquí. Lo estamos sintiendo. Fue llamado a iluminarse con los haces de luz del infinito y ahora de seguro estará pensando en cuál de los rincones de los páramos celestiales, montar su estatua perfecta, su obra más hermosa”.

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