Por Miguel Rone
Santiago.- Era un día como otro cualquiera en el barrio de La Joya, caminaba yo con mi compañera de entonces. Corría el año 1966, encontramos un pequeño pollito con una patita rota que había sido abandonado en una de las cunetas de la vecindad.
Lo recogimos con mucho cuidado y lo llevamos
a nuestra casa y cogimos unas tabletitas de madera que se usan en los helados,
se las amarramos en la patita rota, recuerdo que le dimos arroz crudo como
comida y agua y le arreglamos un nido en una cajita de zapato, donde durmió por
muchos días.
Al pasar los días la pequeña ave al
transcurrir los días crecía hermoso, era mi mascota preferida, todos los días
esperaba que llegara del trabajo y le llamara, le decía: -Titi… Titi… Titi,
hasta tocaba el piso con un dedo como si le llamara; -Ti, Ti, Ti, era la
mascota perfecta que llenaba ese momento de felicidad cada día.
Pero como el cuento aquel en que al pavo le
llego su navidad, mi compañera me pidió el día de Noche Buena, hacer la cena
con el pollo que estaba grande y hermoso, obviamente le conteste que no y le di
dinero para que comprara uno horneado y pude salvar a Titi.
Cenamos y Titi con nosotros, pero como son
las cosas del destino, a mi compañera le había echado el ojo al ave y me
manifestó que ya estaba de comer… A lo que riposte diciéndole que no, por
ninguna razón.
Llego el día 31 de diciembre, me tocó
trabajar medio tiempo, retornando al mediodía, de inmediato lo primero que hice
como hacia siempre tocar el suelo como el que estaba picando con un dedo; Tic,
Tic, pero el animal no respondió. Hice todo tipo de búsqueda en el vecindario
creyendo que se lo habían robado, resultando todo en vano.
La amargura fue tal que no llegue a comer pues
se me había perdido el pollo mascota. Llego la tarde luego de hacer una salida
en diligencias de la época, ya que todavía no tenía hijos. Al llegar a la casa
lo primero que se me ocurrió fue preguntar por “Titi”, al oír la respuesta
negativa comencé a buscar de nuevo hasta encontrar un bote de Basura y dentro
había algunas plumas parecidas a las de “Titi”, volví como un loco a mi casa
con las plumas en las manos, pero antes de hablar vi en la mesa del comedor
adornada con vinos, manzanas y un pollo horneado doradito y suculento.
-Es “Titi”, dije bruscamente, solté las plumas lleno de coraje, al ver la afirmación de mi compañera con una sonrisa a flor de labios. Asesina, le grite voz en cuello, por mis furiosas palabras llegaron algunos vecinos quienes trataron infructuosamente de calmarme… así llego el nuevo año lleno de coraje por la muerte y horneado de “Titi”.
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