31 de diciembre de 2020

Las Guaguas Cheita

 Por Miguel Rone


Santiago.- En las décadas de los 50s y 60s. Recuerdo de dos Guaguas que comenzaban su recorrido por toda la ciudad en horas de la madrugada recogiendo pasajeros que viajarían a la Capital, (Ciudad Trujillo).

Aquí se transportaba todo tipo de cargas, como sacos con productos agropecuarios, y carbón, bultos diferentes que pertenecían a cada pasajero, maletas de diversos tipos y hasta animales como pollos que colgaban en tubos adaptados especialmente para este tipo de cargas y sus racimos de plátanos.

Estas eran dos guaguas que pertenecían al garaje de Pale, que era un hombre de baja estatura que siempre estaba al frente del garaje de estas guaguas (Cheita), pero que nunca supimos como era su nombre real; (Recién un amigo lector nos dijo este nombre: Pablo Bruzaud, de origen puertorriqueño), si recuerdo que cuando montábamos bicicletas siempre decíamos Vamos para la bajaita de Pale.

Tampoco podemos decir de quien era su dueño ya que eran guardadas en el garaje de Pale en la bajaita qué lleva su nombre; en la Máximo Gómez, más arriba de la calle Colon. Esta guagua, solo viajaban a la Capital y viceversas, para llegar a la capital se cogía un día entero, esto me pareció una gran aventura lleno de pavor y miedo. Pues los familiares que constantemente hacían estas travesías nos contaban el pánico que les causaba tener que pasar las grandes curvas y precipicios de la famosa U, curvas que estaban a la altura de La Cumbre de donde se reportaron muchos accidentes.

La carretera Duarte se comunicaba con pueblos como La Vega, Bonao, Villa Altagracia y Santo Domingo, donde iban transportando pasajeros, se tomaba mas de cuatro horas para la travesía y algunas dos horas recogiendo los pasajeros que habían reservados asientos; terminaban saliendo de Santiago a las ocho de la mañana más o menos y luego que llegaban a Ciudad Trujillo comenzaba la repartición de pasajeros casa por casa tomaba otras horas mas.

La Cheita de mis recuerdos era la Guagua mas singular pues nunca supimos que sufriera algún accidente en la carretera, encima le subían los paquetes y cargas, la mayoría las Maletas de hojalata pintada de Mamey y una raya a cada lado Verde.

También las maletas Cibaeñas que consistía en una funda de papel grande con asas arriba para cargarlas o cajas de fideos rectangulares; de aquí surge el refrán de que: El pasajero se conoce por la maleta.

Eran frecuentes en estos viajes, los mareos que sufrieran uno que otro pasajero, con sus mareos y ataques de vómitos. Así fueron los recuerdos de mis primeros viajes a la Capital.

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