Leonel Cabrera |
Pero hoy que sé que muero mañana, quiero desandar mis pasos y recordar las noches sin luna del campo remoto y escarpado; cuando sólo podía contar hasta diez, y perdía la razón contando las estrellas una y otra vez.
El canto de los grillos y el murmullo del río golpeando las piedras me volvían a la realidad. Y podía apreciar un segundo cielo luminoso al alcance de mis manos: ¡Eran decenas de luciérnagas que revoloteaban con gracia y donaire en aquellas noches inolvidables!
El oráculo de Anatot proclamó: "Asi dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma…" Jeremías 6;16
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