Gonzalo Abascal Clarín | ☕ 7 Minutos
Puede parecer
anecdótico, pero no lo es. En enero, Netflix anunció que empezaría a trabajar
en una nueva adaptación de La familia Ingalls, uno de los mayores éxitos
mundiales en la historia de la TV y representación máxima del entretenimiento
familiar que superaba ideologías y diferencias políticas. Sin embargo, poco
después del anuncio, una ex periodista de Fox News escribió en X:
"@Netflix, si hacen una versión woke de La familia Ingalls, mi única
misión será arruinar absolutamente su proyecto".
La respuesta
llegó de parte de Melissa Gilbert (Laura Ingalls): "Umm... vuelve a ver el
original. La televisión no puede ser más woke que nosotros. Abordamos el
racismo, la adicción, el nativismo, el antisemitismo, la misoginia, la
violación, el abuso conyugal y cualquier otro tema woke que se te ocurra".
A esta altura vale preguntarse: ¿Nada ni nadie se salva hoy de la grieta?
Para ensayar
una respuesta más cercana a los argentinos, alcanza con recordar lo que Javier
Milei dijo en Davos. "El wokismo es la epidemia que hay que curar y el
cáncer que hay que extirpar". Y siguió: "ha colonizado instituciones
importantes, desde partidos políticos y universidades, hasta medios de
comunicación y organismos internacionales”.
El debate,
entonces, trasciende al proyecto televisivo y las fronteras de los Estados
Unidos. Y si la serie cuestionada es La familia Ingalls, está claro que la
polarización incluye todo, hasta lo que hace medio siglo funcionaba como una
referencia compartida, desde el Presidente (era la serie favorita de Ronald
Reagan) hasta el último ciudadano.
Estas son las
noticias más importantes del día. Que tengas un buen martes.
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