Gabriel Moyssen Al Despertar El Universal
El Cenavi cuenta con el apoyo de aviones como el Embraer
Emb-145, King Air 350ER y Hermes, este último no tripulado, así como
helicópteros, vehículos y 17 unidades tácticas con el fin de interceptar
cualquier aeronave sospechosa.
De acuerdo con la Defensa, dicho sistema de vigilancia
funciona en cuatro fases: la primera es la detección de aeronaves a través de
los radares desplegados en el país.
Una vez que se lleva a cabo la detección, se procede a
solicitar a la tripulación que se identifique, y si se logra ahí se detiene el
procedimiento. Sin embargo, si continúa sin identificarse, se pasa a la segunda
fase que consiste en interceptarlo; este procedimiento se lleva a cabo con
aeronaves como el Embraer Emb-145 que acuden al punto donde está la aeronave
sospechosa.
La tercera fase se materializa con las mismas naves
interceptoras, con las plataformas aéreas que tienen capacidad de detección
radar y también de visión nocturna para darle seguimiento hasta el punto en
donde va a aterrizar.
Una vez que aterriza se aplica la cuarta fase, que es la
intercepción terrestre y la consolidación de la misión, en la que se logra la
detención de los tripulantes y el aseguramiento de la aeronave.
Ante la problemática del narcotráfico que afecta a
nuestro país, el Cenavi tiene identificadas rutas de vuelo y aterrizajes de los
aviones que se encuentran vinculados con la delincuencia organizada.
La ruta más común es Venezuela-Nicaragua-México, llegando
a los estados de Chiapas, Quintana Roo y Tabasco, mientras que las principales
zonas de aterrizaje son pistas clandestinas, aeródromos no controlados y campos
de alfalfa, según las investigaciones realizadas por el personal militar.
En promedio, el sistema de vigilancia del espacio aéreo
del Ejército Mexicano intercepta tres vuelos sospechosos al mes, la mayoría del
crimen organizado que intenta trasladar droga desde Centroamérica y Sudamérica
a Estados Unidos.
Vigilancia marítima
Por su parte, la Secretaría de Marina (Semar) ha
implementado el concepto operacional conocido como trinomio
buque-aeronave-interceptora para ampliar el radio de acción de sus operaciones
de vigilancia marítima, mejorar la eficiencia en la detección e intercepción de
embarcaciones sospechosas. Dicha estrategia combina la acción coordinada de un
buque patrulla oceánica, una aeronave (helicóptero o avión) y una lancha
interceptora rápida.
Con esta estrategia, la Marina Armada de México aseguró
el año pasado 41 embarcaciones, aproximadamente 48 mil kilogramos de presunta
cocaína, 56 mil 500 litros de combustible y detuvo a 161 presuntos infractores
de la ley.
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